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Mundialización capitalista y crisis sistémica

  • Luciano Vasapollo y Rita Martufi
  • 15 feb 2016
  • 10 Min. de lectura

Se esta desmontado el estado de bienestar europeo.

Como habían escrito Hobson y Lenin, la historia del sistema imperialista continúa, en parte con formas nuevas que sirven para los mismos fines y funciones. Para mantener el rol hegemónico, en los decenios de 1960 y 1970, los Estados Unidos diseñaron los tres objetivos económicos y militares principales: el primero era frenar el poder de la Unión Soviética; el segundo consistía en poner obstáculos a las transformaciones políticas y sociales de los países más pobres y con un nivel de desarrollo medio, como América Latina; el tercero ha sido mantener un control fino y cercano sobre los países aliados occidentales.

El primer objetivo se obtuvo con la caída del muro de Berlín, que, sin duda, ha creado un nuevo tipo de problema. Los países de Europa oriental, liberados de la dominación soviética, empezaron a desarrollar los propios intercambios comerciales principalmente con la Unión Europea.

Esto trajo como consecuencia la presencia de una nueva zona monetaria dependiente del euro que podía ser una amenaza para al predominio internacional del dólar estadounidense.

En cuanto concierne al segundo objetivo, impedir el desarrollo de los países del Tercer Mundo, podemos decir, a primera vista, que también este objetivo ha sido conseguido por la enorme carga de las propias deudas externas, estos países están, de hecho, bajo el control de los organismos internacionales, principalmente el FMI y el BM, que a su vez, son dominados por los Estados Unidos, pero que se encuentran de frente a un nuevo y bien organizado polo UE con fuertes características imperialistas, aun cuando la falta de una estructura política completa y de una fuerza militar central concreta y bien articulada, en algún modo la han debilitado.

También en el terreno político y militar, los diseños geopolíticos y geoeconómicos expansionistas de la Unión Europea meten en peligro la hegemonía estadounidense.

“Los Estados Unidos han hecho frente también a enormes dificultades políticas y económicas desde que se han visto atrapados en una verdadera recesión luego de 10 años de desarrollo económico forzado”

Pero las aspiraciones imperiales de la Unión Europea non son un tema por el cual los políticos están dispuestos a hablar. Prefieren enfatizar el otro objetivo de la UEM: la estabilidad monetaria. Esto ha dado la oportunidad de aplicar una política monetaria directa principalmente a mantener “bajo control” la tasa de inflación y reducir el déficit público de los países de la Unión Europea. Como se ha demostrado ampliamente en otro artículo precedente (en Cuatro F Nº60), esto ha conducido al desmantelamiento del Welfare (estado de bienestar) y al aumento de la desocupación (que oscila entre el 10 y 15%). La ocupación, los salarios directos e indirectos y, en general, las condiciones sociales se transformaron en “flexibles” y precarias para adaptarse al tratado de Maastricht.

Los Estados Unidos han hecho frente también a enormes dificultades políticas y económicas desde que se han visto atrapados en una verdadera recesión luego de 10 años de desarrollo económico forzado, basado sobre un enorme gasto deficitario nacional, desequilibrio en la balanza de pagos, una gran deuda externa, la reducción de la participación al comercio internacional y la disminución de las inversiones extranjeras directas. Es así que la relación entre capital transnacional y diversas áreas de influencia es cada vez más determinada por la división internacional del trabajo y así, de cómo las singulares economías nacionales se colocan en función de la extensión y de la redefinición de los polos geoeconómicos internacionales.

Tales procesos son capaces de destrozar las economías débiles, o a medio nivel de desarrollo, a favor de las instituciones financieras, en particular no bancarias, sobre la que se base el crecimiento de los polos geoeconómicos imperialísticos.

La actual fase de desarrollo imperialista refuerza el empuje hacia la exportación de bienes terminados a la producción de mercaderías utilizando el bajo costo de la fuerza de trabajo de las periferias industriales como las que hay en América Latina; pero el mercado de salida principal de estos productos no es más el mercado nacional donde son fabricados, o mejor, estos quedan en cuotas muy reducidas en la población local, y viajan hacia los mercados desarrollados de las metrópolis imperialistas.

“Fomentar hoy en la opinión pública la idea de que los Estados están al borde de la quiebra, significa ocultar la crisis económica general de la acumulación del sistema capitalista”

La legitimación de las privatizaciones y la búsqueda de inversiones extranjeras cada vez más grandes para el “desarrollo” de la infraestructura de base, agregadas a la explotación de los recursos estratégicos, ha llevado a los países de la semiperiferia y entre estos, aquellos de América Latina, a una realidad que ha permitido comodidades siempre mayores a los patrones extranjeros y a los especuladores internacionales en sectores económicos estratégicos.

A esto se le debe agregar que los obstáculos y las problemáticas mayores a cualquier nivel de desarrollo económico sostenible, equitativo y vigoroso, quedan irresueltos: el pago de la deuda, la fuga de capitales y los depósitos extranjeros, las privatizaciones y la desinversión operada por empresas estratégicas extranjeras y locales.

Burbujas especuladoras

Al agudizarse la crisis de la deuda de los estados miembros de la Unión Europea hizo que se metiera mano a los balances imponiendo un continuo ataque a la economía pública y a los salarios y derechos de los empleados públicos, reducción de los gastos sociales con el fin de sostener a los bancos y a la especuladores. La característica de esta fase es en definitiva y sintéticamente, la transferencia consistente de la riqueza de una parte a otra de la sociedad europea.

Las rentas financieras a las que se tienen que agregar aquellas inmobiliarias y de posición, sustraen recursos a la productividad real, convergen solamente en los procesos de aceleración especuladora que necesariamente encuentran más tarde el momento del agotamiento del ciclo que está representado por la explosión de las mismas burbujas especuladoras.

Fomentar hoy en la opinión pública la idea de que los Estados están al borde de la quiebra, significa ocultar la crisis económica general de la acumulación del sistema capitalista, el desastre de los mercados del crédito y de la finanza, creando simultáneamente la necesidad de la socialización de las pérdidas del sistema bancario a través del dinero de los impuestos y tasas de los trabajadores, del recorte del estado de bienestar social y del costo del trabajo.

Se advierte claramente por qué la campaña de terrorismo mass-mediática, sobre la deuda pública transformándola en deuda soberana, tiene simplemente el objetivo político que es siempre el de dirigir contra el Estado y contra la economía pública, la crítica feroz de la gente común y al mismo tiempo salvar el sistema de empresa y el sistema bancario con la socialización de las pérdidas a cargo del Estado, etc. ,etc., liberalizando, privatizando, desestructurando y demoliendo los derechos en primer lugar de los empleados públicos, recortando salarios y el Welfare (estado de bienestar) e infligiendo otro duro golpe al poder adquisitivo de los trabajadores y de los jubilados.

La brutalidad del colonialismo

Las políticas neoliberales, si no son contrastadas, pueden tener sustanciales consecuencias políticas. Se corre el riesgo real que las democracias sigan su curso hacia la desocialización y la propagación de la “cultura de empresa” en la cual el afán del lucro, y el egoísmo que lo acompaña, sean lo esencial. En los países dependientes, ya han sido iniciados procesos de instabilidad política, social, económica, y regiones enteras han sido desestabilizadas. Las varias crisis en México, Brasil, Tailandia, Corea, Indonesia, Rusia y Argentina, Europa Mediterránea, China, como también las “guerras étnicas”, el fundamentalismo religioso, la fragmentación de los Estados-Nación y tipos de delincuencia cada vez más complejos, todos al servicio del Nuevo Orden Mundial, son una señal de alarma.

El crecimiento económico de algunos países de la semiperiferia ha generado un nuevo y sólido modelo de dependencia financiera y tecnológica por parte de estos dos grandes polos occidentales. La reproducción en gran escala del moderno aparato industrial, agroindustrial y agrícola se ha basado, de hecho, en la importación de maquinarias, instrumentos y, en general, de tecnologías, y en la más completa dependencia financiera. El alto nivel de exportaciones típico de este modelo de crecimiento, con el simultáneo bajo dinamismo del sector de las exportaciones en sí, las relaciones de intercambio desiguales, las utilidades enviadas al extranjero, a las casas madre nacionales de las empresas extranjeras, el completo control debido a la ávida actitud de los acreedores en materia de deuda externa, son algunos de los elementos que han causado, solo en pocos decenios, un desequilibrio macroeconómico.

Además, es necesario tener en cuenta el poder de las empresas multinacionales estadounidenses que barren de la actividad comercial muchas pequeñas y medias empresas industriales y agrícolas en América Latina, aumentando así la necesidad de importar alimentos de primera necesidad desde los Estados Unidos y debilitando la autarquía de América Latina. A lo interno de las dinámicas de la económica marginal deben ser sin duda consideradas las relaciones que todas las estructuras económicas establecen con las realidades productivas periféricas y semiperiféricas del mundo.

La dependencia de América Latina representa la nueva división internacional del trabajo, contexto en el cual se profundiza el creciente control transnacional de los procesos de acumulación local, no solamente a través del estrujón de los derechos laborales y de los derechos sociales, sino y sobretodo, a través de la negación del acceso a la propiedad social de los bienes comunes.

“La campaña de terrorismo mass-mediática, sobre la deuda pública transformándola en deuda soberana, tiene simplemente el objetivo político que es siempre el de dirigir contra el Estado y contra la economía pública, la crítica feroz de la gente común y al mismo tiempo salvar el sistema de empresas de su cuota de responsabilidad”

La mayoría de los países de América Central y del Sur tienen aparatos políticos, económicos y productivos débiles. A causa de la despiadada brutalidad del colonialismo y del imperialismo, jamás han estado en condiciones de dar un impulso a los procesos de industrialización autónomos y avanzados, dirigidos a asegurar una independencia económica efectiva. Por consecuencia, estas esferas son completamente funcionales a los procesos de verdadera “nueva colonización” promovidos por los polos occidentales, Europa y Estados Unidos.

América Latina pues, junto a las otras áreas periféricas y semiperiféricas representa un lugar privilegiado para la producción fordista y para el relanzamiento de la acumulación mediante la explotación industrial desenfrenada experimentada en los años 50-60 del siglo pasado en los países que hoy son de capitalismo maduro, en los cuales hoy se realiza la fase llamada postfordista y de la acumulación flexible que convive con los métodos productivos fordistas y esclavizantes.

La crisis social europea.

Relaciones que se modifican en el tiempo pero que continúan a configurar relaciones funcionales al subdesarrollo, realizadas de manera específica para la evolución del sistema en otras áreas, para la reproducción y la expansión de la estructura central de la economía.

Se pasa de esta manera a la función que se le ha atribuido al Sur del mundo como depósito de mano de obra barata, de regulación de las contradicciones sociales y productivas, como área de venta, como apoyo redistributivo a empresas que ven contraer sus ganancias en campos tradicionales.

Esto es ciertamente el resultado de una relación de dominio con verdaderas y propias características de colonización de las áreas del Sur de la semiperiferia, como aquellas de América Latina, en las cuales predomina la alta desocupación, la precarización del trabajo, la pobreza, las desigualdades socioeconómicas, encontrando así una mayor posibilidad de desarrollo aquellas actividades que mejor se prestan a trabajos mal pagados y a la deslocalización productiva. Se trata de una verdadera relación de expropiación-apropiación, de superexplotación del trabajo, en las cuales las madres empresas, colocadas en las áreas periféricas, mantienen funciones estratégicas y más rentables del ciclo de producción-comercialización.

Los sectores más severamente golpeados por este desequilibrio de base son la agricultura, los servicios, las inversiones y la propiedad intelectual. La apertura del mercado agrícola sudamericano significará que la agricultura tradicional dependerá cada vez más de las empresas multinacionales, ya sea para los cultivos tradicionales que para las producciones genéticamente modificadas y que en la agroindustria progresivamente predominarán. La liberalización de los servicios ha golpeado a diferentes sectores como la salud, el suministro de agua y energía, transportes, telecomunicaciones y ambiente. Con toda probabilidad los sectores que han tenido mayores problemas han sido aquellos vinculados a los servicios de agua y energía. Estos sectores tienen el mayor margen potencial de utilidades.

En el caso de países con importantes recursos financieros, como los productores de petróleo (Venezuela, Colombia, México, Chile y otros) o que tienen abundancia de recursos naturales y son dotados de “capital humano” (malísima manera ideológica neoliberal para definir el talento humano) calificado, de bajo costo y preparado para la dinámica económica impuesta por las grandes potencias occidentales, los mercados internos se expanden en modo significativo. Esto favorece también el tipo de industrialización que depende completamente del capital financiero de los Estados Unidos y de la Unión Europea.

Nuestra América multiracial

El aspecto en común más importante (y es muy triste que esto continúe siendo válido hasta nuestros días) entre el marxismo y el pensamiento de Martí, es el tema del imperialismo. En la obra de Martí, encontramos referencias explicitas a África y a Asia, y a la lucha en común que tenían por delante, por la liberación del colonialismo europeo.

Vale la pena subrayar que Martí se refería a aquello que brillantemente llama “Nuestra América multiracial”, un mundo nuevo no determinado por las razas. En este sentido, es triste observar que las desigualdades originadas desde la distribución de la riqueza, aún existen y son peores en nuestros días.

El sueño de Martí de una América originaria aún no ha sido descubierto, ni han sido explotadas todas su potencialidades, pero encuentra una primera real aplicación en el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) nacida originariamente en el acuerdo político, económico y cultural entre Cuba y Venezuela y que hoy ve integrados también a Bolivia, Ecuador y Nicaragua (Dominica, Honduras, San Vicente, Granadinas).

“América Latina, a causa de la despiadada brutalidad del colonialismo y del imperialismo, jamás ha estado en condiciones de dar un impulso a los procesos de industrialización autónomos y avanzados, dirigidos a asegurar una independencia económica efectiva”

Las desigualdades presentes en los países de América Latina, las condiciones favorables de las áreas rurales, la pobreza del mundo campesino, son también acompañadas por una gran riqueza del tejido social. Gracias a esta riqueza, de hecho, se difunden en toda Nuestra América las prácticas de la economía local popular con modos de producción socializados, con un comercio justo y solidario, en formas diferenciadas y a veces como experiencias experimentales de autoempresarialidad y verdadero cooperativismo solidario.

Alguna vez, observando de cerca los recientes procesos de liberación y autodeterminación de los países andinos y de otros países de América Latina, se tiene casi la impresión de viajar en una benéfica máquina del tiempo que muestra cuáles géneros de educación a la democracia política y económica participativa, de desarrollo y progreso alternativo, a una alta compatibilidad social y ambiental, hubiese sido posible también en Occidente, cianótico porque vive asfixiado por la acumulación y el crecimiento cuantitativo, por la aberrante ley de la ganancia y de la explotación del modo de producción capitalista.

La situación actual nos obliga a reconstituir e inventar nuevas y diferentes modalidades de convivencia basadas en un sistema de coexistencia entre naturaleza y sociedad, poniendo fin a la bárbara y cruel violencia capitalista colonial moderna que ha destruido y continua a destruir la educación y el mundo socio-económico campesino, los pueblos indígenas y primitivos, su cultura, su socialismo precapitalista y la naturaleza.

En el fondo de estas perspectivas queda la cuestión de la conformación internacional de la clase trabajadora que, aún desarrollando funciones diferentes en los países, son parte integrante de un sistema de explotación internacional que tenderá a aumentar en la medida en que aumente la competencia entre áreas imperialistas.

 
 
 

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