Sed de voluntad política y nueva moral
- Misión Nevado/ María Clara Carbajal
- 4 abr 2016
- 2 Min. de lectura
Nuestro planeta no es una fuente inagotable de recursos. Durante el siglo XX la cantidad de habitantes de la Tierra se triplicó y la demanda de agua se multiplicó por seis. Más de mil millones de personas difícilmente acceden al vital recurso, cifra que para el 2025 podría abarcar los dos tercios de la población.
Como un grito de auxilio cada 22 de marzo, Día Mundial del Agua declarado por la ONU en 1992, se reflexiona en favor de la conservación y expansión de los recursos hídricos de forma que perdure en el tiempo. En 2016 lo celebramos bajo el lema “Agua y Empleo” pues este elemento esencial para la vida, además de brindar salud, está estrechamente vinculado a la creación de puestos de trabajo y al desarrollo socioeconómico de una nación.
En Venezuela nos unimos a la lucha devolviendo a quienes fueron excluidos su derecho fundamental de acceso al imprescindible líquido y creando conciencia sobre uso razonable, dando así cumplimiento al Quinto Gran Objetivo del Plan de la Patria.
Hasta 1999 el 55 % de las personas en situación de pobreza carecían de agua potable, tras 16 años de Revolución Bolivariana, el servicio llega al 96 % de la población. Nuestro país, de la mano de Hugo Chávez, cumplió altamente con las Metas del Milenio establecidas en el año 2000 por las Naciones Unidas. Hoy, bajo la conducción del Presidente Nicolás Maduro, nos encaminamos a los objetivos 2015-2030.
El capitalismo es destrucción
El 70 % del agua dulce del planeta es utilizada para producir alimentos para los siete mil millones de personas del mundo. Sin embargo, el 20 % de la población accede al 80 % de los recursos; una persona de cualquier país europeo consume 10 veces más que un habitante de África. Para sostener este sistema se necesita al menos un planeta más.
La humanidad está en peligro de extinción, por eso, al cierre del Mes Mundial del Agua 2016, resuenan con fuerza las palabras de Chávez: “Salvemos al mundo, nosotros podemos hacerlo, pero solo con una poderosa voluntad política, sólo con una nueva moral”.
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