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Descanse en paz, señor Rentismo

  • Pedro Gerardo Nieves
  • 21 abr 2016
  • 3 Min. de lectura

Algo anda mal, muy mal, me dije cuando escuché al viejo en la asamblea del Partido. Juan Nepomuceno, chavista de uña en el rabo, jefe político de la aldea y patriarca indiscutido de la zona me había espetado con mucha agriura:



-Mire Don Platanote, ¿cuándo coño es que van a mandar pollos de Mercal para la aldea? Ha pasado casi un mes y nanai-nanai. Después vienen chiquiticos a mandar movilizaciones, a hacer eventos y a pedir votos. Pero no nos llega ni un pollito pa`comé. No hay pasta, no hay aceite ni tampoco leche en polvo. La vaina está grave, cámara.



Más temprano, al llegar al caserío había advertido a mi camarada que en la aldea Cachicamo no se veía ni una gallinita, menos un gallo o pato. O guineo, o ganso, o pavo. No vi marranos y los charcos estaban sin cachamas, abandonados.

Cuando se lo comentaba a un pana fui abordado por Juliana, una encantadora y trabajadora guatecita de ese piedemonte.



-Ay Pito ¿cómo está? Usted me tiene olvidada. No me da razón del cargo de maestra que le pedí en la zona educativa. Acuérdese que en mi UBCh ganamos corrido. No sea malito.



Así me dijo la catira, campesina y tenaz trabajadora de la zona quien con su familia tenía un ordeño de 120 vacas lecheras.

-Pero bueno chica. ¿Qué buscas tú con un cargo en el gobierno si tienen ese pocotón de vacas lecheras y producen más plata que un vendedor de burros?, le dije molesto.



-Usted tiene razón Platanote. Pero acuérdese que a uno le hace falta su quince y último, respondió Juliana.

De venida comentábamos como Carmen de Nieves, abuela de este servidor y cocinera de fundos llano adentro, nos contaba que el único bien que se adquiría por fuera de la naturaleza circundante, era la sal: todo lo demás se producía en la misma zona donde se vivía.



A Juan Nepomuceno, a sus familiares, a todos nosotros, nos enseñó el rentismo que era más fácil importar pollos gordotes de Brasil que criarlos en nuestros patios con la comida que desde milenios de años comen de la naturaleza. Esto seguramente no dará un pollo gordote y de fotografía como el brasileño, pero el divino sabor del pollo criollo compensará cualquier flacura. Además criar nuestros pollos, así sea industrialmente, genera empleos aquí y no allende las fronteras.



A Juan Nepomuceno, a sus familiares, a todos nosotros, nos enseñó el rentismo que, aunque no producimos trigo, debíamos comer pan, bollería y pastas hechas con ese cereal; volvernos adictos a ellos aunque nos mataran la salud y, por supuesto, pegar el grito en el cielo cuando no los consigamos.



A Juan Nepomuceno, a sus familiares, a todos nosotros, nos enseñó el rentismo que era malo comer la divina manteca de cochinos criados por nosotros para consumir aceite de plantas que desconocemos y no producimos. Vinieron médicos y especialistas (pagados por trasnacionales) a convencernos que era mejor el aceite de afuera. Así quedamos mansitos pagándoles millones de dólares del petróleo a las trasnacionales de los alimentos transgénicos que hoy nos quieren dejar sin aceite.



A Juan Nepomuceno, a Juliana, a todos nosotros, nos enseñó el rentismo, hijo del Estado liberal burgués tropicalizado, que debíamos ordeñar las vacas, entregar la leche a unos catires de unas trasnacionales que nos las pagan a locha y se las llevan a no sé dónde, la pulverizan y nos las devuelven bien cara, cuando no es que la contrabandean para otros países.



Por eso en casa de Juliana, propietaria de 120 vacas lecheras de las finas, dicen que no tienen leche para darle a su niño.



Hoy, poco a poco, o rápidamente, vamos dejando la mariquera con el rentismo. Acuciados por la necesidad y espoleados por la creatividad, la Patria se va llenando de emprendimientos mientras administramos alegremente los últimos sacramentos al finado señor Rentismo.



Por eso Jualiana aprende a pasteurizar y homogeneizar la leche; a hacer queso y demás derivados. Juan Nepomuceno, medio bravo primero y contento después, empieza a criar otra vez la deliciosa y sancochera gallina negra, mata cochinos y siembra cachamas, plátanos y topochos.



Pa´lante es pa´llá, dijo un veguero.

 

 
 
 

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