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Hacia la consolidación del poder revolucionario

  • Adán Chávez Frías
  • 21 abr 2016
  • 4 Min. de lectura

Si grande es lo que deseamos, pues grande e indeclinable tendrá que ser nuestro empeño militante

Es necesario apuntar muchachas y muchachos, generación de oro de la Patria, que la desaparición física del líder histórico de nuestro proceso revolucionario, el Comandante Hugo Chávez, añade al nuevo ciclo de la transición complejidades profundas en condiciones en las que se ha recrudecido la contraofensiva iniciada por el imperio y sus aliados hacia 2009, encaminada a “reforzar su estrategia de dominación, expansionismo, divisionismo y destrucción”, mediante la “promoción de la violencia, el secuestro, el narcotráfico, el paramilitarismo”, la guerra económica y el ataque “contra el principio de soberanía y autodeterminación de los pueblos”. De todo esto nos alertó Chávez también en el I Congreso Extraordinario del PSUV.



El 2012, para utilizar una expresión del propio Comandante, “es el año del engranaje” entre los dos ciclos de la transición socialista, entre el Primer Plan Socialista de la Nación (2007-2013) y el segundo (2013-2019).



En términos de proyección estratégica, el broche de oro de este ciclo fue la promulgación del “Programa de la Patria 2013-2019”, donde se identifican las siguientes líneas estratégicas para los seis años siguientes: defender, expandir y consolidar la Independencia Nacional; continuar la construcción del socialismo bolivariano del siglo XXI; convertir a Venezuela en una potencia en lo social, lo económico y lo político; contribuir al desarrollo de una geopolítica internacional en un mundo multicéntrico y pluripolar; preservar el planeta y salvar la especie humana.

 

“En este Congreso no solo nos jugamos nuestro particular destino como Revolución, sino sobre todo nos jugamos el destino pleno de la Patria”


 

La condición básica de la preservación de la Revolución y de la transición de Venezuela hacia el socialismo es la defensa, la conservación, la expansión, la profundización y la consolidación del “bien más preciado, esa frase es de Bolívar (…), que hemos reconquistado los venezolanos y venezolanas después de 200 años de batalla, la Independencia Nacional”, (discurso en la concentración de apoyo al candidato de la Patria en Barquisimeto el 14/7/2012) y, en relación con eso, la conquista de la irreversibilidad de la soberanía del país.



Este constituye, pues, el objetivo principal del nuevo ciclo de la transición. La conquista definitiva de la independencia y de la soberanía nacional, entendida como premisa de cualquier otra conquista, solo es posible mediante la consolidación del poder revolucionario. Ello supone, a mi juicio:


  • El fortalecimiento de la alianza cívico-militar. “La integración entre el pueblo y la FANB constituye un baluarte inquebrantable de la Revolución y una “fortaleza que debemos continuar incrementando”. Ello se logra, por una parte, con la participación activa de la FANB en el desarrollo económico del país y, por otra, mediante la incorporación del pueblo a la defensa nacional a través de la reserva militar.


  • La conversión del PSUV en un genuino partido de militantes revolucionarios. El partido ha de ser el “verdadero guía y unificador de la clase y sectores explotados en la batalla por liberar definitivamente a la Patria de la pobreza extrema, el atraso y la dependencia, propulsor de la conciencia social y de los cambios históricos y promotor de la justicia social, moral y económica”, (Aló Presidente Teórico número 3).


  • La vigorización y creación de nuevas formas de organización de masas que sean permanentes y combativas, lo cual se relaciona directamente con este esfuerzo que estamos implementando por decisión del presidente Maduro: el Congreso de la Patria.


  • La forja de una dirección colectiva de la Revolución.


  • La consolidación del liderazgo del presidente Nicolás Maduro y derivado de todo lo anterior, el avance hacia un Estado comunal, es decir, democrático, de derecho y de justicia.


Del resultado del Congreso de la Patria y de los avances que se vayan produciendo, de sus conclusiones, que no deben quedarse en el papel sino convertirse en acciones concretas para la solución de problemas y para el fortalecimiento de la organización popular, dependerá la felicidad no solo de Venezuela también de los pueblos de nuestra América y otras partes del mundo, que ven en nuestra Revolución Bolivariana y chavista una esperanza para otro mundo posible, distinto al que propone el neoliberalismo y el imperialismo bélico.


El Congreso de la Patria debe ser un espacio crucial de reflexiones, debates y definiciones. De allí deben surgir no solo las orientaciones ideológicas, las concepciones revolucionarias y las críticas inexorables que debemos hacernos sin complejos para que pueda emerger una praxis transformadora, para allanar el camino que nos conduzca a cumplir en profundidad el proyecto bolivariano y socialista que nos hemos trazado y que estamos ganados a convertir en encarnación histórica.

 

“La irreversibilidad del cambio de época en la América Latina y el Caribe, sin tutelas del imperialismo norteamericano, en toda Nuestra América, está íntimamente ligada a la Revolución Bolivariana”

 

Este no puede ser un Congreso encerrado sobre sí mismo. Si algo debe caracterizarlo es su profunda carga dialéctica: una dialéctica fecunda y viva generada por la interacción permanente entre los delegados y delegadas con la base militante y con el pueblo todo.



Como dijo Chávez: Si grande es lo que deseamos, pues grande e indeclinable tendrá que ser nuestro empeño militante.


En este Congreso no solo nos jugamos nuestro particular destino como Revolución, sino sobre todo nos jugamos el destino pleno de la Patria. Allí juega un papel fundamental la juventud. A la juventud revolucionaria le corresponde el ejercicio de la rebeldía crítica y creadora: su participación protagónica es decisiva para la batalla sin tregua contra las desviaciones. Necesitamos, hoy más que nunca, su fuerza vigorosa para derrotar a la corrupción, al burocratismo.



Los pueblos se transforman a sí mismos a través de sus actividades, en la medida en que transforman sus circunstancias en función del bien común. Pensar y actuar en procura de la nueva sociedad, de la construcción de un nuevo modelo que supere el rentismo petrolero; que supere los vicios del capitalismo: la individualidad, el egoísmo, el sálvese quien pueda. Para ello contamos con la juventud, civil y militar, con esas nuevas generaciones que surgen al calor de la contienda; sin sectarismo, sin ambiciones individuales, impulsadas por el diáfano amor por la Patria.


La irreversibilidad del cambio de época en la América Latina y el Caribe, sin tutelas del imperialismo norteamericano, en toda Nuestra América, está íntimamente ligada a la Revolución Bolivariana: ¡Por Venezuela y por la Patria Grande debemos vencer!


 
 
 

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