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Arabia Saudita está fuera de control Si Arabia Saudita no iba a aceptar el acuerdo, ¿par

  • Franco Vielma
  • 26 abr 2016
  • 4 Min. de lectura

El fracaso en Doha

Contra todos los pronósticos, la cita en Doha fracasa por acciones unilaterales de Arabia Saudita a sólo horas de la reunión y durante ella. La razón aparente es el conflicto que Arabia Saudita tiene con su declarado enemigo regional -la potencia media emergente- Irán. Previo a la reunión, el equipo promotor del acuerdo -en el cual la misma Arabia Saudita participó- elaboró un borrador que los países suscribirían por consenso, en él se acordaría una congelación de los niveles de producción petrolera, sometiéndolos a los niveles actuales.



Irán, país que viene de años de sanciones y que perdió su vital espacio en el mercado petrolero mundial, desde el inicio de las conversaciones declaró estar dispuesto a suscribirse al acuerdo de congelación, sólo cuando alcanzaran la cota de producción 4 millones barriles/día, es decir, una vez hayan recuperado su espacio en el mercado. Pese a la declaración abierta de Irán, los preparativos a la cita se efectuaron y 18 países, productores de más del 60% del petróleo mundial, asistieron a Doha.



Irán no asistió, dada su previa declaratoria de no suscribir el acuerdo por propósitos fundamentalmente soberanistas y esto ya se sabía.



Pero en la víspera de la cita, Arabia Saudita condiciona su suscripción del acuerdo. Señaló que sólo lo firmaría si Irán también lo hacía, teniendo claro que la situación de Irán no se parece a la de ninguno de los productores que se verían en Doha. Esta postura se impuso durante la reunión. Riad hizo cambiar el borrador del documento, trancando la jugada, incorporando en el mismo a un actor ausente y, con ello, tirando al piso la posibilidad de un acuerdo.



El "estilo" saudita, sin desparpajos y abiertamente obstruccionista a los propósitos de la cita, fue cuestionado por los asistentes a Doha. Fue deliberadamente errático. Nick Cunningham, autor en el portal oilprice.com, señaló que la postura de Riad resulta "sorprendente".



"Si Arabia Saudita no iba a aceptar el acuerdo de congelación sin Irán, ¿para qué aceptó la reunión?", se pregunta el periodista. Lo que nos hace especular: ¿Hubo presiones y/o acuerdos de Arabia Saudita con otros actores fuera de la reunión para que, previo y durante esta, Arabia Saudita diera al traste con un acuerdo del cual ellos fueron promotores?

 

“¿Hubo presiones y/o acuerdos de Arabia Saudita con otros actores fuera de la reunión para que, previo y durante esta, Arabia Saudita diera al traste con un acuerdo del cual ellos fueron promotores?”

 

Entendamos la situación en contexto. La definición del mercado petrolero mundial es el ítem de mayor relevancia en el contexto de la energía y el equilibrio de los mercados mundiales de materias primas, asunto nodal para las economías desarrolladas y países emergentes. Pocos factores tienen tanto peso, tanto alcance y tanta proyección global como el petróleo.



Lo que se juega en esa mesa no es cualquier cosa, pues la construcción de una gobernanza petrolera conjunta de alcance global signa los destinos de estabilidad y la contención de la volatilidad en medio de la pugna entre productores y consumidores, que se encuentra en un momento sensible en el que decaídos todos los vestigios de estabilidad financiera global, la inminencia de un repunte catastrófico de la crisis se hace cada vez más palpable.



No podemos reducir la definición de un problema de proporciones planetarias a una pugna entre chiítas y sunitas o entre actores geopolíticamente sobresalientes en el Golfo Pérsico, no podemos reducir el resultado (o la falta del mismo) de Doha a una pugna entre quienes (por ser adversarios) no son los autores reales en las movidas del tablero de ajedrez global.



Con EE.UU metido hasta el cuello en Riad, es difícil que Riad prospere en acuerdos coherentes a la necesaria gobernanza energética global que los países requieren hoy. De hecho, desde su posición como país más holgado (en recursos) para soportar los bajos precios, Riad mantiene el pulseo con las empresas de fracking que despojaron parte del mercado cautivo que Riad tenía en EE.UU. Inmolando a otros países de la OPEP y fuera de ella, Riad baila al filo de la navaja y mantiene un "estilo" geopolítico muy poco usual y altamente volátil. Solo un giro radicalmente distinto de Riad puede significar un cambio de situación.



Pero Arabia Saudita es una bomba de tiempo. Los problemas en la nación sunita son múltiples y muchos de ellos totalmente inéditos, como sucede en el caso económico, producto del desplome del petróleo. Arabia Saudita fue y es una empresa familiar, el reino lleva el nombre de la familia Al-Saud, que bajo la tutela de EE.UU se apoltronó en una forma de gobierno monárquico plenamente alineado y protegido por Occidente. Pero en la casa hay problemas. Una familia con más de 4 mil príncipes y con pugnas intergeneracionales es un hervidero.



El poder familiar está dividido, tanto en cuotas de poder político y económico como en disímiles posturas sobre la política exterior y la economía saudita en el corto y largo plazo. Hay presiones por el poder, divergencias y críticas ante los monarcas decisores frente a la coyuntura petrolera. Este tema es intrincado y extenso. Lo que sucede en las incómodas reuniones familiares de los Al-Saud es tema para otro artículo.

 
 
 

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