Cuatro ídolos escuálidos
- Clodovaldo Hernández
- 26 abr 2016
- 3 Min. de lectura
Nuestra oposición (es nuestra, nadie nos la puede quitar) tiene héroes, ídolos, motivos de inspiración regados por el planeta. Algunos de ellos se encuentran en el vecindario y sus alrededores. Veamos:
Ídolo 1: ¡Tan bello Macri!

En Argentina, el pueblo sucumbió a los embelesos de un ricachón neoliberal y éste no ha tenido ningún empacho para ir liquidando sistemáticamente, tan rápido como ha podido, todo lo que a los gobiernos con visión social de los esposos Kirchner les tomó tanto tiempo y esfuerzo edificar.
Nuestra contrarrevolución admira profundamente al mandatario argentino. “¿Quién tuviera un presidente así?”, dice Ña Magda, una amiga mía que pertenece al grupo de las doñitas fashion. Ella admite que sufre de cochina envidia respecto a los argentinos y se atreve a decir que acá la Mesa debería dejarse de aupar a tantos lidercitos bellacos y lanzar a “nuestro Macri”, es decir al magnate cervercero.
La derecha admira todo lo que hace Macri, incluso sus gestiones para pagar los llamados fondos buitre. “¡Tan bello Macri!…qué hombre más serio!”, insiste Ña Magda, su fan enamorada.
Ídolo 2: El excelentísimo Almagro

A la derecha de viejo y nuevo cuño le encanta el estilo de diplomacia que se practica en la Organización de Estados Americanos: dirigida desde Washington, ejecutada mediante pactos entre élites y desarrollada en salones lujosos y elegantes, bien alejados de la chusma. Es esa diplomacia en la que los discursos siempre comienzan con la expresión excelentísimo señor.
Durante los últimos años, las clases acomodadas del continente habían tenido que calarse las nuevas formas de diplomacia, radicalmente diferentes: inspiradas y dirigidas por los pueblos y siempre en contacto directo con la gente y con un lenguaje menos hipócrita, sin tantos excelentísimos.
A los contrarrevolucionarios se les podía ver la grima cuando les hablaban de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones de Suramérica (Unasur) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), toda esas estructuras nuestroamericanas concebidas por cabezas visionarias como las de los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez.
Luego del fallecimiento del gran líder venezolano, las antiguas élites han vuelto por sus fueros. En el caso de la OEA, esto se está haciendo –para que más nos duela- de la mano de Luis Almagro, un ex ministro del tupamaro José “Pepe” Mujica. Con el concurso de este “intelectual de izquierda”, la restauración del llamado Ministerio de Colonias del imperio está en marcha. Y por eso la derecha ha declarado al diplomático uruguayo como su héroe más excelentísimo. No es para menos porque el secretario general de la OEA ha demostrado, en poco tiempo, ser más obsecuente (palabreja muy diplomática que se traduce al habla popular como arrastrao) que sus dos antecesores juntos: el chileno José Miguel Insulza y el colombiano César Gaviria. Calcule usted.
Ídolo 3: Michel Temer (o aprende, piazo e’ negro)

La fuente de inspiración de moda para nuestra oposición es el proceso parlamentario que ha llevado a la presidenta brasileña, Dilma Russeff, a quedar prácticamente derrocada. Los opositores venezolanos han tenido orgasmos políticos gracias a estos acontecimientos, pensando que dentro de poco ellos también lograrán un golpe de Estado parlamentario.
En esa operación hay muchos protagonistas que han pasado a formar parte de la lista de personajes admirados por la contra local, pero entre ellos destaca el vicepresidente Michel Temer, un político tradicional, con un rabo de paja demasiado largo, quien ha traicionado a Dilma Rousseff para salvar su propio pellejo y, si se lo permiten, quedarse con todo el poder. Oportunista e impopular, es el tipo de líder que la derecha admira. Debe ser por aquello que dice cierta canción, “te pareces tanto a mí”.
Según los antichavistas rabiosos, el vicepresidente ejecutivo Aristóbulo Istúriz debería fijarse en la “alta política” de Temer. En una tertulia de red social, alguien ponderó la habilidad política del brasileño y aconsejó a Istúriz con un irreverente “¡aprende, piazo e’ negro!”.
Ídolo 4: ¡Quién tuviera un rey!

Más allá del océano, los opositores encuentran también sus situaciones y personajes inspiradores. En la vieja España ven como un ejemplo digno de imitar que las élites políticas estén tratando de organizar un gobierno, aunque ya llevan en eso varios meses, sin resultado alguno. “Es tan civilizado… no como aquí, que para todo quieren hacer una elección o un referendo. Allá, los partidos políticos negocian y toman decisiones”, dice, de nuevo, la doñita fashion.
Ña Magda forma parte de las legiones de opositores que deliran por el sistema político español. Pondera que cuando las cúpulas partidistas no consiguen ponerse de acuerdo para repartirse la cochina, pues llaman al rey, que para eso tiene la corona ese caballero tan distinguido, aparte de para salir en la revista Hola. “Si nosotros tuviéramos un rey, hace tiempo que le hubiese ordenado al plebeyo Maduro entregarle el poder al archiduque de Ramos y Allup y todos seríamos felices y comeríamos perdices”, asegura el Latero.
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