No es coba la guerra, mi pana, de Colgate, Firestone y Jhonson&Jhonson
- Ildegar Gil
- 26 abr 2016
- 3 Min. de lectura
¿A cuál argumento banal recurrirá ahora ese sector del país que a sabiendas de que existe una guerra económica contra el pueblo, se empeña en negarla, como parte de una actitud cuestionadora y ocultadora que justamente es parte de ese plan desestabilizador cuyos autores tienen nombre y apellido?
La pregunta surge a raíz de las develaciones hechas en los últimos días en diferentes y reconocidos medios de difusión en los que famosas transnacionales figuran como centro del dedo acusador.
Colgate-Palmolive, Firestone, Pirelli y Jhonson&Jhonson conspiran de frente contra la democracia venezolana de acuerdo al testimonio de las y los trabajadores de esas firmas, quienes -por descarte- son las y los voceros idóneamente facultados para hablar con propiedad del asunto. Como dijo Martí: conocen al monstruo desde sus entrañas.
Cuando precisamos que conspiran, lo hacemos con la responsabilidad que ello conlleva: conspiran y punto.
Si no es así, ¿cómo se explica que se elaboren más toallas sanitarias de uso diario en lugar de las mensuales, indiscutiblemente más requeridas? ¿cómo interpretar que se produzcan más cauchos para tractores y camiones, y no para vehículos pequeños y camionetas por puesto que son los más demandados? ¿cómo es eso de que se genera lavaplatos en envases de 5 litros que bien caro es, pero no el de presentación pequeña que es el más económico y de uso popular?
Según la declaración de las y los denunciantes, no existe justificación alguna para que tales ritmos de producción en las empresas mencionadas, sean las que imperen. Afirman ellas y ellos que el aparato industrial instalado está en capacidad de cumplir con la demanda exigida por los y las consumidores de todo el país, con dólares de ¡todas y todos los venezolanos!
Este balance irradia una inquietud lógica y por demás pertinente: ¿espera la gente acción contundente del Gobierno? La respuesta es obvia y proyecta otra: ¿debería el Gobierno apretar la tuerca? También es obvia la respuesta e invita a una tercera y última, por ahora: ¿es momento de que la clase obrera asuma las riendas de esas compañías y las ponga a trabajar al cien por ciento en beneficio de la población? Yo digo que sí ¿y usted?
¡No pasarán!
Paco y Nicolás
Por Carola Chávez
Paco, el españolito, llega del trabajo -por fin tiene trabajo luego de cinco larguísimos años en el paro-, después de cumplir sus 13 horas con un receso al mediodía para comerse alguna cosita, trece horas cada día porque está en “período de prueba”, una forma de torcer todavía más los derechos de los trabajadores. Trece horas cada día durante dos meses, a ver si sirve, a ver si resiste, a ver si al final se gana un contrato fijo. Rara vez se los ganan, rara vez el patrón quiere soltar la manguangua del período de pruebas, de la desesperación que lleva al trabajador a dejarse despojar a cambio de la esperanza de un contrato. Paco llega agotado y enciende el televisor.
Pasan un programa de variedades con un panel divertidísimo que monta una fiesta frente al sofá donde Paco desparrama su cansancio. Actores, cantantes, futbolistas, comediantes, súbditos de la España que no sufre, súbditos de los medios que pretender tapar con luces, cámaras y acción la realidad de las calles de Paco. A toda hora, sea el programa que sea, Paco verá una figura bien (des)conocida: Un presidente que gobierna con chandal (mono deportivo) de bandera, un presidente “hortera”, ordinario, porque los presidentes usan corbatas y eso lo debe saber Paco, que trabaja en mangas de camisa.
Maduro y Venezuela están en el fútbol, el programa de concursos, la tertulia de farándula, la comedia, el noticiero -por supuesto- y el programa de cocina, porque, en España, Maduro y Venezuela están hasta en la sopa.
Bajo la espada de Damocles de una hipoteca siempre punto de ejecutarse, con la tele encendida, Paco se sienta a cenar con su hija que no será doctora porque no pueden pagarle la universidad; con la Yaya que, con los 600 euros de su pensión, aporta la mitad del ingreso familiar; con su esposa, que sigue en el paro. Hablan sobre Venezuela horrorizados, y no oyen, no ven, que en España la banca reportó ganancias ooootra, en plena crisis. No ven que el gobierno anunció nuevos recortes, dos mil millones menos para Paco y los españoles, no ven que aumentó la deuda pública al 100% del PIB, ni ven la podredumbre de corrupción y encubrimiento que chorrea desde el Rey para abajo. No lo oyen, no lo ven, pero lo sienten sin saber por qué. Lo que saben, eso sí, es que Maduro es un dictador que no usa corbata.

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