Manual para tumbar gobiernos
- Isabel Rivero De Armas
- 3 may 2016
- 3 Min. de lectura

Foto Archivo.
Aunque parezcan acontecimientos aislados, forman parte de un mismo libreto, que es otra forma de injerencia, pero ahora más perfeccionada después de muchos intentos. Desde el 2005, el Comando Sur, unidad militar estadounidense que opera con métodos de guerra no convencionales, se ha propuesto derrocar nuestro gobierno socialista, igual al ecuatoriano, como todo aquel que dignifique a su pueblo en territorio suramericano.
Una manera de desestabilización ha sido el golpe parlamentario. En 2012 en Paraguay se le dio a Fernando Lugo cuando mediante un juicio exprés se le acusó de mal desempeño de sus funciones. De esa manera, se le apartó del gobierno y fue sustituido por su vicepresidente el derechista Federico Franco. Esto mismo se pretende hacer en Brasil con Dilma Rousseff. No es casualidad sino el mismo guión.
Aquí, la Mesa Unidad Democrática, ahora en la Asamblea Nacional, demostró que sigue instrucciones del comando gringo, pues, a pocos días de su triunfo electoral, hizo público su plan de derrocar en seis meses al presidente Nicolás Maduro.
Tal intención forma parte de un manual, que se detalla en un documento firmado en febrero de 2016 por el almirante Kurt Tidd, jefe de la referida unidad. Ahí se insta a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana (CDI), condicionada a la ruptura del orden constitucional, algo que en Venezuela no se ha dado; a las protestas de calle contra la guerra económica o eléctrica y a la enmienda para reducir el período presidencial o referéndum.
Como si lo anterior fuera poco, la injerencia estadounidense muestra uno de sus rostros, Luis Almagro, secretario de la Organización de Estados Americanos, quien –en absoluta complicidad con la derecha venezolana- exhorta a los diputados opositores a pedir la aplicación de la CDI, lo cual, según su artículo 20, es ilegítimo pues la misma únicamente puede ser solicitada por el mandatario nacional.
Lo anterior no es nuevo. El escenario favorito de los golpistas venezolanos ha sido la OEA. En marzo del 2014 fueron a acusar a su país, sin éxito alguno, de violador de derechos humanos. Y en septiembre del 2015 se jugaron la misma carta con el cierre fronterizo, pero otra vez fracasaron debido a la abstención de Argentina y Brasil.
En concreto, a cambio de unas cuantas monedas y cuotas de poder, desde los parlamentos se buscan aliados, que usan como excusa el gastado argumento de violación de derechos humanos, para desestabilizar y así de sus pueblos consentir el saqueo.
114
Alí Ramón Rojas Olaya
El 14 de marzo de 2016 se cumplieron 114 años del nacimiento del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. La mayoría adeca de la Asamblea Nacional no se manifestó al respecto a pesar de que el intelectual margariteño fue fundador de Acción Democrática. Hay tres razones por las cuales el aquelarre parlamentario tuvo este desliz amnésico.
La primera, porque ese lunes, Día del Panamericanismo, se sabía que Venezuela asumiría la presidencia pro tempore de Unasur, alianza integracionista bolivariana que junto al Alba y Celac, es radicalmente opuesta a la “unión” panamericana.
Sobre esto Prieto era claro, sabía que este concepto expansionista es solo la concreción de la política comercial internacional de los Estados Unidos ansiosa de mantener el predominio sobre pueblos que aún no han entendido que deben unirse para su seguridad y defensa integral.
La segunda, porque Prieto en una entrevista publicada en El Universal el 27 de septiembre de 1968 dijo “Creo que nunca he sido adeco, si por ello se entiende un hombre que usa el poder para perseguir a la colectividad para su propio beneficio. Es la negación de lo que yo he sido y soy”. Respondía así el maestro a Rómulo Betancourt que un año antes decía: “¿Es que acaso él podría gobernar sin el consentimiento de Washington? Quienes determinan el poder no lo quieren para nada: la iglesia lo odia, en las Fuerzas Armadas no lo tragan, en los medios de comunicación lo muestran horriblemente feo, sin ninguna gracia personal, los empresarios lo harían papilla a las primeras de cambio creándole desabastecimiento y una espantosa especulación”.
La tercera, porque Prieto se nutrió del legado de Simón Rodríguez. Ambos proponen que los medios de producción deben estar en manos del pueblo. Ambos se escandalizan del abandono en que se encuentran los niños de la patria.
En este 2016 hay una convergencia providencial rodrigueana prietista con el número 114. Entre 1793 y 1795 Rodríguez enseñó en la Escuela de Primeras Letras y Latinidad, ubicada de Veroes a Jesuitas, a 114 niños: 74 que pagaban, 40 que no por pobres, entre estos 7 expósitos. No tenía idea la corona española, tan afín a la actual paraguarimba, el peligro que germinaba cuando Rodríguez pasaba la lista, y estos muchachos, entre ellos Pedro Gual, Mariano Montilla, Carlos Soublette y Simón Bolívar, respondían: ¡Presente!
* Coordinador General de la Escuela de Defensa Integral Comandante Eliézer Otaiza (Ediceo) y Presidente del Centro Rodrigueano de Investigación Social para la Latinoamericanidad (Crisol).
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