Armando Reverón y César Rengifo: Dos pilares de la cultura al Panteón Nacional
- Joaquín López Mujica
- 16 may 2016
- 2 Min. de lectura

Este acto de traslado de los restos de Armando Reverón (1889-1954) y César Rengifo (1915-1980) al Panteón Nacional, ampliamente difundido, con el protagonismo del Presidente Nicolás Maduro, es un acontecimiento fundacional que marca una nueva etapa de la cultura nacional, para seguir avanzando, en la Revolución y la exaltación de sus valores espirituales y sublimes.
Se trata de un reconocimiento que hay que enfocarlo desde lo más interno de la cúspide de las expresiones artísticas -focalizado a Reverón- hasta la producción de teorías y valores –caso de Rengifo- apegados ambos al itinerario transformador de esta coyuntura.
Reverón, con una carrera veloz desde el dibujo, la natural inclinación por la pintura, los retratos infantiles, las naturalezas muertas, los temas religiosos y otros mitotemas. Los esfuerzos, el talento y compromiso con la dimensión artística, de manera temprana lo llevan a Europa, que es su encuentro no solo mantiene distancia del avasallamiento europeizante, sino maneja una filial conexión con un centro tonal importante y otros detonantes simbólicos y semióticos contra el hegemonismo occidental: Francisco Goya y Salvador Dalí. Ese acontecimiento, y esa “otra Razón” su nihilismo, fue fielmente retratado en biografías, trabajos analíticos, obras fílmicas y puestas teatrales.
Su vida se centra, en un plan de simplificación y alejamiento de la ya “intrigante” urbe caraqueña. Ya ubicado en La Guaira- donde pinta al aire libre, estrecha lazos con el pintor de origen ruso Nicolás Ferdinandov, Sammy Munzner y Emilio Boggio y construye su “propio mundo”: El Castillete. Prosiguen los periodos azul, blanco y sepia. Donde aparecen las fundamentales obras y sus alrededores. Hoy se bifurcan opiniones, una insiste en valorar su condición psicótica y otros –entre los cuales nos encontramos- dignificamos aspectos profundos y reveladores de un artista que devino en chaman o mago de la luz, transformó y sacralizo su entorno, valoró la creación artística, desde la perspectiva de la continua ritualizaciòn de la existencia, entre objetos, juguetes hasta modificar los materiales o darles “otra significación”.
Rengifo, pintor, poeta, dramaturgo y comunicador social, tien hoy su sitial en el Panteón Nacional. Plasmó en su obra pictórica, lo más digno que puede expresar el arte –según su cosmovisión- un conocimiento del pueblo: las vicisitudes; la vida social; lo nacional, el entorno de la vida nacional. Y lo postuló como la única salida a un mundo enejenado. Buscó en México, para nutrir su “realismo social” las herramientas del muralismo, de allí la influencia de Diego Rivera. En esa búsqueda de la emancipación y autonomía expresiva, encuentra en la dramaturgia un sello a su activismo internacionalista –impactado por el fusilamiento del poeta español Federico García Lorca. Su exposición en el Museo de Bellas Artes -1939- hasta la actual retrospectiva en la GAN, le da el salto cualitativo y especial valoración a su carrera. Desde su mural El mito de Amalivaca, en el Centro Simón Bolívar, cristaliza la sociedad de los pueblos originarios, envueltos en un modo de producción igualitario, sin división social del trabajo y propiedad privada.
El tema central de su estética pictórica, que la reflexiona en sus escritos teóricos, es la desolación que produce el capitalismo en el campo venezolano, la devastación y barbarie, que viene con la colonialidad y la oligarquía que deshumanizó el país.
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