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El nuevo Plan Cóndor en América Latina

  • Modaira Rubio
  • 16 may 2016
  • 4 Min. de lectura

Se cumplieron 12 años de la develada Operación Daktari, con la que se pretendió efectuar un magnicidio contra el Presidente Hugo Chávez. Ese episodio dejó en evidencia los vínculos de la oposición venezolana con la contrarrevolución cubana radicada en Miami, con bandas criminales de tercera generación y con grupos paramilitares cuyo objetivo está claro desde el mismo momento en que el Comandante Chávez ganó la elección presidencial en 1998 e instauró en Miraflores un gobierno popular: la derrota de la Revolución Bolivariana.



El fallido golpe de 2002 fue una dura lección para los planes imperialistas en la región. La unidad cívico-militar, pilar fundamental del proceso de liberación nacional en Venezuela, representaba una nueva forma de organización sociopolítica que impedía la aplicación de las clásicas formas de golpes de Estado que la Casa Blanca impuso en el continente con el Plan Cóndor.



La incorporación de las Fuerzas Armadas, en su concepción bolivariana, en la construcción del Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, establecía un nuevo reto para los planes desestabilizadores orquestados desde Washington.



El uso de la violencia política es recurrente en los guiones del Pentágono para derrocar gobiernos que no obedecen a sus intereses. Tras el fracaso del golpe aupado por el empresariado nacional y sus aliados transnacionales, comienza la infiltración paramilitar a gran escala en el territorio venezolano.



Más allá del paramilitarismo colombiano


El paramilitarismo es un fenómeno histórico ligado a la oligarquía, la burguesía y los grupos económicos dominantes, que financian y recrean fuerzas militares, paralelas al Estado, para resguardar sus intereses políticos o posesiones. El uso político de estas organizaciones delincuenciales que funcionan como un ejército al margen de la ley, no es nuevo.



Paramilitares fueron Las Camisas Pardas de la Alemania Nazi, Las Camisas Negras de Mussolini, la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), aliada de la dictadura militar y del Plan Cóndor; la Contra en Nicaragua, y los archiconocidos grupos que apadrinó el uribismo en Colombia: las Autodefensas Armadas (AUC), Aguilas Negras, Rastrojos,etc.



Como señaló en un artículo titulado “El paramilitarismo es una expresión fascista que no tiene nacionalidad”, el capítulo venezolano del movimiento Marcha Patriótica, “episodios como el de la finca Daktari (2004), o del terrorista venezolano Lorent Gómez Saleh (2015) revelan la alianza del paramilitarismo colombiano con la más oscura oligarquía venezolana. Las acciones terroristas en el marco de las guarimbas, el asesinato selectivo de activistas y dirigentes revolucionarios a lo largo de estos años, tienen el sello característico del paramilitarismo conocido en Colombia, pero ejecutado en favor del proyecto político de un sector de la oligarquía venezolana”.



La violencia política y la económica van de la mano. “La distorsión cambiaria, el contrabando de extracción a gran escala, el bachaqueo, el paramilitarismo como expresión criminal de la derecha que pretende frenar el avance popular y revolucionario, la corrupción en todos sus niveles, son varias fases de una sola estrategia para alcanzar el control político en Venezuela”, destaca el artículo citado.

“Se pretende a toda costa generar las condiciones de inestabilidad interna para declararnos como “Estado fallido” y justificar una intervención extranjera”


Como vemos, el desequilibrio es inducido y se apoya en las debilidades estructurales de una economía que aún se sustenta en el modelo rentista que busca remontar en medio de la crisis estructural del capitalismo. La oposición venezolana desde la Asamblea Nacional, aliada con los intereses del capital transnacional y del imperialismo bélico, está usando los instrumentos del Estado burgués en decadencia para socavar la democracia y revertir los avances sociales.



Un golpe inconstitucional en el contexto de una nueva versión del Plan Cóndor para Suramérica, se concretó en Brasil donde 55 senadores separaron de su cago a una presidenta electa, Dilma Rouseff, por más de 54 millones de ciudadanos y ciudadanas. En Venezuela, los grupos económicos que representan a la burguesía criolla y ostentan la mayoría en el parlamento, avanzan en esta fórmula alentado la falsa matriz mediática en el escenario internacional de una “confrontación de los poderes públicos” provocada por un gobierno supuestamente “autoritario y controlador”.



En este complot contra el Estado venezolano y la democracia participan los grupos empresariales apátridas, los grandes productores, el capital transnacional, pero también las mafias delincuenciales, ligadas al paramilitarismo, que monopolizan las redes de bachaqueo, microtráfico, robos, secuestros, sicariatos, en las comunidades.



En el decreto Obama están los lineamientos para enfatizar el velado bloqueo financiero a Venezuela y los recurrentes ataques diplomáticos bajo la excusa de la supuesta violación de derechos humanos y la ingobernabilidad. La articulación de la contrarrevolución con grupos delincuenciales, nacionales o foráneos, que se han convertido en una clase depredadora, está perjudicando y agrediendo a las bases populares. Se pretende a toda costa generar las condiciones de inestabilidad interna para declararnos como “Estado fallido” y justificar una intervención extranjera.



Hoy más que nunca, como resaltó en su momento el Comandante Chávez cuando advirtió al país sobre el ascenso del paramilitarismo, la inteligencia civil y militar deben mantenerse activadas. El problema no es solo del Gobierno Bolivariano, es de todo el Estado, de toda la ciudadanía, de todo el pueblo, porque está en riesgo su propia existencia.



¿Quién está detrás de esto?


“Están metiendo dólares, dólares físicos a Venezuela, de contrabando, nadie los registra, para manejar un mercado paralelo.



(…) Ahora, cuántos habrán metido, cuántos vendrán por las fronteras y los caminos verdes. Un delito, violando la Constitución, violando las leyes.



¿Quiénes están detrás de ésto? Grandes capitalistas nacionales e internacionales, grandes empresas, porque hay una conspiración económica contra la Revolución, para generar más inflación, para generar desabastecimiento, y para generar malestar; buscando varias cosas: primero, impactar, es el plan político de la burguesía venezolana, apoyada por el imperio yanqui para tratar de ganar las elecciones de septiembre, se van a quedar con las ganas. Pero ese es el plan: desabastecimiento, problemas económicos, incremento del crimen. Buena parte del crimen en Venezuela es, o tiene factura política, crimen inducido, paramilitarismo colombiano importado, para incrementar el crimen, y a veces se desata en alguna región, sube (…)



Una parte de ese fenómeno viene inducido por la misma burguesía, no tengo la menor duda, y el fin es político, para echarle la culpa al gobierno, y este problema es del gobierno, pero es un problema de toda la sociedad, es un problema también cultural, un problema histórico, un problema ético, moral.



(…) es un problema de todos: la Fiscalía, el Poder Judicial, el gobierno nacional, los gobiernos estadales, los gobiernos locales, los cuerpos militares, la inteligencia civil, la inteligencia militar, todos, porque es un problema que afecta al país”.

*Intervención del Comandante Presidente Hugo Chávez durante acto de inauguración del Centro de Formación Policial de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, Núcleo Catia, 13/05/2010


 
 
 

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