Memorias de una victoria diplomática en la OEA
- Charles Giuseppi
- 22 jun 2016
- 4 Min. de lectura
Pero no podemos bajar la guardia
EE.UU defiende la intervención y en último caso la guerra contra nuestros pueblos

Luego de la ardua jornada diplomática venezolana en el marco de la 46° sesión ordinaria de la OEA, el resultado de la votación exige múltiples lecturas. En primer lugar, la votación misma, cuyos números son un verdadero rompecabezas geopolítico al caerse todas las apuestas, enseguida los entretelones, Kerry se retrata con Delcy, pide un diálogo constructivo entre los dos países y sostiene que “EE.UU no presionará para suspender a Venezuela dentro de la Organización”. El resumen de lo ocurrido es una alerta temprana ante lo que a todas luces se presenta como otra treta Washington para jugárselas con Venezuela poniéndole el cascabel al gato.
La votación de la moción elevada por Caracas para “revisar” la actuación de Almagro por su postura intervencionista, parcializada y violatoria de la misma normativa interna de la OEA; fue un éxito diplomático para nuestro país. Con 19 votos a favor, 12 en contra, 1 abstención y 1 ausencia, la situación hemisférica en el seno de la OEA basculó hacia las notables actuaciones diplomáticas de Venezuela y abiertamente en contra de la actitud de Almagro, quien en palabras de canciller es un “contratista que devenga 8.400 $, ha privatizado la secretaría general y asume también el hostigamiento y la agresión contra un Estado Miembro”. Su bajo accionar socava la ya mermada institucionalidad en el seno del maltrecho organismo.
Los votos en contra de Caracas de los tradicionales Estados tutelados por Washington, no dieron ninguna sorpresa. Los tres del norte, varios satélites centroamericanos, así como sus aliados del sur, Perú, Colombia y Chile. La sorpresa fueron Brasil y Argentina, quienes contra todo pronóstico votaron a favor de Venezuela. La lectura pasa por analizar los intereses de estos dos países en relación a los acuerdos de cooperación económica, y sobre todo rescatando la importancia que tiene el Mercosur a la hora de la toma de decisiones en los organismos regionales. Argentina y Brasil, incluso si han tomado distancia últimamente, comprenden muy bien la importancia estratégica de este mecanismo de integración que excede lo económico y se expande en lo político. Para los dos gigantes del sur, Venezuela sigue siendo un importante “cliente y aliado” y la base para futuras negociaciones en el Caribe en tiempos en los que invertir en Cuba está de moda.
Si bien en el seno de la OEA nos anotamos una importante victoria diplomática, no podemos bajar la guardia frente a Washington. El secretario de Estado Kerry, incluso si anunció el envío próximamente a Venezuela del subsecretario Thomas Shannon, con el ánimo de crear una “canal diplomático de diálogo inmediato entre los dos países”, tras vestidores mostró sus verdaderas intenciones y sus indeclinables posturas. Lo que Washington consiguió, debe prender las alarmas en la Cancillería Venezolana. Más allá de la foto para la prensa, Kerry declaró que “EE.UU estaba listo y dispuesto a participar” en el caso de aplicar la Carta Democrática calificándola como el instrumento que dará lugar a “un debate de mucha más envergadura sobre Venezuela”. Por otro lado, Kerry no perdió tiempo igualmente para sacar el infinitamente trillado discurso de la “crisis humanitaria” y fanfarronear sobre su supuesta preocupación por Venezuela.
"Más allá de la foto para la prensa, Kerry declaró que “EE.UU estaba listo y dispuesto a participar” en el caso de aplicar la Carta Democrática calificándola como el instrumento que dará lugar a “un debate de mucha más envergadura sobre Venezuela”
Esto preocupa y mucho, porque no es ni Kerry, ni Almagro, ni Washington los que deban valorar una supuesta crisis humanitaria en nuestra Patria. Su clamor por la liberación de los disque presos políticos se inscribe en la misma dinámica discursiva que precede todas las intervenciones militares de EE.UU en el mundo. Libertad para los “presos políticos”, “crisis humanitaria”, “violaciones a los derechos humanos” y un largo etcétera harto conocido de este Estado guerrerista, intervencionista y hegemónico a lo largo de los últimos 70 años. Para nuestra diplomacia, la jugada de Kerry exige un necesario acercamiento pero con la prudente distancia propia de quienes confiamos en nuestros pueblos y aliados, pero no en el discurso zalamero de un país que se cree el policía, por no decir el esbirro del mundo.
Que Kerry desee participar ya que está preocupado por la supuesta “crisis humanitaria” en Venezuela, significa de alguna manera que intentan poner sobre la mesa de la OEA, la existencia de la crisis misma, el cascabel al gato, ¡oído al tambor!.
Para EE.UU la jugada estaba bien pensada, viajar a la 46° sesión de la OEA, arengar que Venezuela estaba al borde del colapso, y mostrarse por las buenas como los gestores de una crisis humanitaria que ellos mismos empiezan a recrear mediante reiteradas declaraciones de sus representantes gubernamentales, la elaboración de una nociva matriz de opinión contra nuestro país y la intervención constante en el seno de la OEA para la aplicación de uno de los mecanismos que legitimaría un intervención gringa en nuestra patria; La Carta Democrática Interamericana.
Por el momento, la Victoria diplomática en la OEA no se discute, se guarda como un bono de nuestra política exterior para futuros enfrentamientos. Si Venezuela defiende la paz, la integración y la soberanía de los Estados del hemisferio occidental, EE.UU defiende la intervención y en último caso la guerra contra nuestros pueblos. De nuestro lado, detentamos una de nuestras mejores fichas del ajedrez regional. Delcy Rodríguez sigue demostrando la madera de la que está hecha y el aguerrido carácter del pueblo que por designio le tocó ser hija, Venezuela.
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