Gobierno y FARC anuncian acuerdo definitivo
- Fernando Vicente Prieto
- 27 jun 2016
- 6 Min. de lectura
Colombia hacia la paz

El 23 de junio puede quedar como un día histórico para Colombia y para los pueblos de América. El día del comienzo de la paz, después de casi seis décadas de guerra interna
El acuerdo anunciado por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y por el Jefe del Estado Mayor Central de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, implica un paso muy importante en el proceso iniciado hace cuatro años, con los auspicios de los gobiernos de Cuba y de Noruega como garantes de Chile y de Venezuela como acompañantes.
Hasta el momento se han logrado compromisos en temas relacionados con reforma agraria, participación política y cultivos utilizados como insumos para drogas ilícitas, que fueron preámbulo para la discusión de uno de los temas más conflictivos: la dejación de armas y las garantías para la acción política de las FARC.
Queda pendiente ahora la implementación de estos compromisos, así como el avance del diálogo con el ELN, actualmente congelado. A su vez, diversos movimientos populares reclaman el establecimiento de mesas de diálogo por la paz con justicia social, que implica la amplia participación popular y el abordaje del modelo económico en curso, que excluye a millones de personas, como quedó de manifiesto hace pocas semanas con la protesta de miles de colombianos y colombianas en el marco del Paro Agrario, Étnico y Popular.
“Las delegaciones del Gobierno Nacional y de las FARC-EP informamos a la opinión pública que hemos llegado con éxito al Acuerdo para el Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo; la Dejación de las armas; las garantías de seguridad y la lucha contra las organizaciones criminales responsables de homicidios y masacres o que atentan contra defensores de Derechos Humanos, movimientos sociales o movimientos políticos”, anunció el comunicado conjunto publicado el 22 de junio, convocando al acto formal del día siguiente.
Entre las organizaciones criminales a combatir, la declaración menciona expresamente la inclusión de aquellas “sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo”. También se refiere a “la persecución de las conductas criminales que amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz”. La cita no es casualidad.
A pesar de la importancia del anuncio, todavía subsisten muchos elementos a considerar y el paramilitarismo es uno de los más importantes. Se estima que en Colombia, desde mitad de siglo pasado, alrededor de 170 mil personas perdieron la vida en acciones de asesinatos selectivos, la mayoría en manos de grupos irregulares de extrema derecha, que históricamente han estado vinculados a sectores políticos y militares del Estado colombiano. Solo en los últimos cuatro años, desde su fundación en 2012, el Movimiento Social y Político Marcha Patriótica ha denunciado el asesinato de 117 de sus integrantes.
Anuncio de impacto regional y mundial
La ceremonia, realizada en el Salón de Protocolo de El Laguito, en La Habana y presidida por Raúl Castro, contó con la presencia de los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; de Chile, Michelle Bachelet; de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; de México, Enrique Peña Nieto; y de República Dominicana y la CELAC, Danilo Medina.
También se encontraban el canciller de Noruega, Borge Brende; un representante de Estados Unidos, Bernard Aronson; un representante de la Unión Europea, Edward Gilmore. Por parte de la ONU, el secretario general, Ban Ki-moon, junto al presidente del Consejo de Seguridad, Francois Delattre y al presidente la Asamblea General (AGNU), Mogens Lykketoft.
En la actividad, representantes de Cuba y de Noruega ofrecieron detalles del acuerdo, entre los que se incluye el cese al fuego bilateral definitivo, el establecimiento de una hoja de ruta para que a los 180 días después de la firma del acuerdo final –que sería en agosto- concluya la etapa de dejación de las armas y la promoción de “una nueva cultura que proscriba el uso de las armas en el ejercicio de la política”. Para este fin, el Ejército colombiano reorganizará sus tropas para facilitar movimientos de las FARC en cumplimiento de tareas de paz. En el proceso habrá un mecanismo tripartito de monitoreo y verificación, integrado por el gobierno colombiano, las FARC-EP y una representación de la ONU con observadores de países miembros de la CELAC. Además, se creará una comisión nacional de garantías presidida por Juan Manuel Santos.
“Feliz día para la paz, para Colombia y nuestra América, día de Victoria para todos, así lo soñó el Comandante Chávez, el día de la paz llegó”
El anuncio fue celebrado por prácticamente todo el mundo, como lo muestra las delegaciones presentes en La Habana y la cantidad de declaraciones de apoyo que circulan desde el 22 de junio. “He sido un implacable adversario de las FARC, pero ahora que pactamos la paz, como jefe de Estado y colombiano defenderé con igual determinación su derecho a expresarse y a la vía política, así nunca estemos de acuerdo”, señaló el presidente Santos. Timoleón Jiménez, de la comandancia de las FARC, recordó el papel jugado por el Comandante Hugo Chávez y aseguró que “lo que está a punto de sellarse no es la capitulación de la insurgencia. Lo pactado no es el producto de una imposición de una parte a la otra”, sino fruto de una negociación donde cada parte priorizó la construcción de la paz.
“La paz en Colombia significa paz en la región”, señaló la defensora de derechos humanos, Piedad Córdoba, aún proscripta para el ejercicio de sus derechos políticos. David Flórez, vocero de la Marcha Patriótica, consideró que se trata de la oportunidad de “iniciar por fin la construcción de lo que realmente creemos que es la paz: un país más democrático, más justo, donde todas y todos podamos vivir mejor”. Congreso de los Pueblos también celebró el anuncio y destacó “que hayan llegado a un acuerdo sobre las medidas que el gobierno deberá tomar para el desmonte de las estructuras criminales de extrema derecha que conspiran contra la paz y la democracia. Sabemos que solo la más grande movilización y vigilancia social las harán efectivas y las profundizarán para avanzar en el desmonte del terrorismo de Estado, una tarea ineludible en la construcción de la democracia colombiana”.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, también expresó su alegría por este paso de avance. "Feliz día para la paz, para Colombia y nuestra América, día de Victoria para todos, así lo soñó el Comandante Chávez, el día de la paz llegó", expresó en su cuenta de Twitter. "Colombia sabe que cuenta con nosotros siempre", agregó.
Se calcula que la guerra interna en Colombia deja hasta el momento un saldo de 218 mil personas fallecidas y alrededor de 25 mil desaparecidas. Además, al menos 10 millones de colombianos y colombianas han sufrido desplazamiento forzoso a causa de la guerra. Una buena parte de ellos y ellas se encuentran viviendo en Venezuela, país que ha acogido a las víctimas del conflicto, así como a los desplazados por razones económicas. Así, contrariando en la práctica la matriz dominante, no son los venezolanos y venezolanas quienes huyen de su país hacia la prosperidad de Colombia, sino exactamente al revés: alrededor de 6 millones de personas de nacionalidad colombiana viven en Venezuela.

El anuncio fue celebrado en todo el planeta. FOTO ARCHIVO
La paz en Colombia
Alí Ramón Rojas Olaya

La paz en Colombia es la paz de la región. FOTO ARCHIVO
La paz es el estado de armonía individual y colectiva de índole espiritual, mental, física, ambiental, social y cultural que se alcanza cuando una utopía es lograda. No existe paz a medias, de allí su carácter indivisible. La vida en fraternidad con la naturaleza solo es posible en la paz. La división de los seres humanos en clases sociales es la no paz. La confluencia de la libertad, la justicia, la grandeza y la hermosura es la paz. Lo complejo es que estos cuatro estados converjan.
¿Pero pueden converger con la existencia de siete bases militares estadounidenses en territorio neogranadino? ¿Pueden converger mientras tenga vigencia el Plan Colombia? ¿Y qué hay que decir de la Alianza del Pacífico conformada además por Chile, México y Perú y creada bajo directrices estadounidenses? ¿Por qué Estados Unidos no se ha pronunciado en relación a la paz firmada en La Habana por los dos Estados que rigen la patria de Ricaurte y Girardot?
Lorenzo Benítez cuenta que el terror forma parte del pueblo colombiano, “de sus emociones, naturalizado en privado, en silencio, sugerido o explícito, de la misma forma que su revelación pública se ha cercenado durante décadas”. Todavía está fresca la operación desarme del Pacto Político por la Paz y la Democracia, firmado en noviembre de 1989. Una vez que los revolucionarios dejaron las armas y se disponían a hacer vida política ya no en la clandestinidad, el proceso de paz se quitó la máscara y el gobierno liberal de César Gaviria arremetió contra los movimientos bolivarianos con un triste saldo de miles de excombatientes guerrilleros asesinados a mansalva.
Esta firma es un gran paso, nadie lo duda. Pero debemos entender que hay dos Estados con dos fuerzas armadas, uno, el oficial, santanderista y el otro, insurgente, bolivariano. Uno aprueba los estamentos sociales, el otro la lucha de clases. El primero vive de la enfermedad que diagnosticó Simón Rodríguez en 1828: “una sed insaciable de riqueza”, el segundo desea la mayor suma de felicidad posible.
Decía Leo Strauss que Estados Unidos “nunca debe comprometerse con una paz americana sino permanecer en una guerra permanente”. Y esto solo será posible, explica Alexander Kojéve “si mantiene un régimen de terror que es inevitable”. Es importante, pueblo colombiano, saber cómo piensa quien llena tu país de bases militares y con quien se firman tratados de libre comercio.
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