¡Alerta, peligra la geopolítica regional!
- Charles Giuseppi
- 11 jul 2016
- 4 Min. de lectura
Mercosur asume el martillo contra Venezuela

Una vez más la derecha internacional no cesa en su indeclinable empeño por intentar frenar y detener los procesos sociales y los distintos mecanismos de integración regional que América Latina ha venido fortaleciendo estos últimos años. Esta vez el turno le tocó al Mercosur, y a la duramente debatida y fustigada asunción de Venezuela a la presidencia pro-tempore del organismo, que de paso sea dicho, corre un inminente peligro de ser desmantelado por los políticos de turno y algunos de facto en el complejo ajedrez regional actual.
Primero le tocó el turno a Paraguay, que apenas el mes pasado solicitaba exaltadamente mediante su canciller Eladio Loizaga una reunión extraordinaria de cancilleres del Mercosur, cuyo único fin era la aplicación a Venezuela de una de las normativas del bloque denominada “Cláusula Democrática del Mercosur”, recogida en el protocolo de Ushuaia.
Sin perder de vista por supuesto, que Paraguay fue un acérrimo defensor de la aplicación de la Carta Democrática contra nuestro país ante la OEA. En pocas palabras, Paraguay es el caballo de Troya regional contra la democracia, los avances sociales y contra el verdadero sentido de la integración regional que debe privilegiar a los pueblos y no a las élites.
¿Qué otra posición podríamos esperar de una pandilla de gánster “Stronnistas” como Hugo Saguier, Leila Rachid y el mismo Loizaga?, asesores directos del actual jefe de Estado, Horacio Cartes, que fueron reconocidos defensores y partícipes de la más cruenta, inmoral y corrupta dictadura militar que haya conocido el país hasta el presente de la mano de Alfredo Stroessner.
Por su parte, Argentina, quien en principio se mostró fiel al cumplimiento de la normativa del bloque regional y no se negaba como lo indicara su canciller Susana Malcorra, al traspaso del martillo al Presidente Maduro, cambió rápido de opinión por las apetencias de Macri y finalmente se mostró hostil al traspaso de la presidencia a Venezuela. Llegando a declarar incluso de forma irresponsable y envalentonada que “sería su país Argentina, quien tendría que asumir la presidencia pro- tempore del organismo”.
El turno le tocó esta semana a Brasil, el encargado fue José Serra, canciller brasileño del gobierno de facto de Temer, quien fuera candidato a la presidencia de Brasil, apabullantemente vencido por el ex presidente Luis Ignacio Lula Da Silva en 2002. Hoy, Serra parece mostrar las huellas de un claro resentimiento político contra un adversario invencible para él, el presidente Lula da Silva. Serra por su parte, un tanto más moderado y un poco más político que el desesperado y venático Mauricio Macri, pidió tiempo para que se “evalúe” la situación de Venezuela en cuanto a la normativa y los requerimientos de “forma” del bloque como pre-requisitos para el traspaso correspondiente de la pro-tempore.
“Se está jugando en estos momentos en el seno mismo del más importante organismo de integración regional, una ardua batalla diplomática por la supervivencia misma del bloque y de toda la región en general”
Uruguay ha sido hasta al momento el único país que se ha mostrado favorable a la cesión de la presidencia a Venezuela, y el único que pareciera entender de manera clara y estratégica el riesgo geopolítico que corre la región producto de una coyuntura política compleja y de las mentes calenturientas de los representantes de las viejas oligarquías locales que pugnan por desmontar todo lo hasta ahora alcanzado en materia de integración regional. La situación se torna compleja, no solo se limita a la entrega del martillo Mercosur a nuestra patria, sino que se está jugando en estos momentos en el seno mismo del más importante organismo de integración regional, una ardua batalla diplomática por la supervivencia misma del bloque y de toda la región en general.
El canciller Serra ha incluso manifestado ya su necesidad de “flexibilizar al Mercosur” promoviendo acuerdos bilaterales con terceros países. Esto es muy claro y en extremo preocupante, significa que los de turno apuran el desmontaje progresivo del acuerdo de integración más sólido que tiene el continente actualmente.
Significa igualmente que la integración regional, lejos de ser una política de los Estados nacionales para el beneficio y fortalecimiento de sus economías locales, se pretenda convertir en una marioneta de la élites criollas y en una cesta de materias primas para las economías “desarrolladas” del norte. América Latina se encuentra hoy ante a una compleja situación geoestratégica que podría colocarla en minusvalía frente a las potencias imperiales.
Es necesario y urgente que la diplomacia Venezolana refuerce la posición que la defensa del Mercosur, lejos de ser un asunto de pugnas por intereses políticos, implica la supervivencia geopolítica regional en una era global muy contradictoria, donde las tradicionales potencias coloniales, luchan como nunca sin tregua y sin cuartel por el mantenimiento de su hegemonía.
Estamos indudablemente ante una era de cambios a distintos ritmos y medidas, de nuestra entereza dependerá que dichos cambios se orienten hacia los pueblos, o se desboquen hacia el precipicio donde quieren lazarlos los más oscuros intereses de la derecha internacional y local. Si permitimos que lo conquistado nos sea arrebatado, la integración de América Latina sufriría un gran retroceso. Corremos el riesgo de privatización de nuestros recursos naturales, el saqueo y la expoliación de nuestras riquezas y el mantenimiento de la pobreza y la miseria en nuestros pueblos, y como diría el Comandante Chávez, “los presidentes continuarían de cumbre en cumbre y los pueblos de abismo en abismo”.
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