Cuatro maneras nuevas de ser opositor
- Clodovaldo Hernández
- 25 jul 2016
- 4 Min. de lectura

Chavistas revocadores
Los integrantes de este nuevo sector opositor defienden el derecho constitucional de una parte del pueblo a convocar el referendo revocatorio, algo que, por cierto, nadie le ha negado.
Su surgimiento en la escena política tiene de fiesta a los políticos opositores y a los órganos de la llamada canalla mediática, pues ni en sus mejores sueños habían contado con que sus iniciativas tendrían el apoyo de personalidades largamente vinculadas al chavismo.
Como suele pasar en estos casos, en la corriente hay figuras de mucho prestigio, individualidades a las que el comandante Chávez quiso mucho; gente que –dicho sea de paso– jamás debió irse, camaradas que nunca debieron ser maltratados de la forma en que lo fueron porque, humanamente hablando, no se les dejó otra alternativa que hacer las maletas. Y, como también suele ocurrir, en esa plataforma de personas serias se han subido unos cuantos oportunistas, aspirantes a la sobrevivencia (no importa que sea deshonrosa), víctimas del miedo (que por algo es libre) y una buena cantidad de ingenuos que creen que la derecha, luego de 17 años de abstinencia, puede volver al poder en una onda benevolente. ¡Qué creyones!

Antimilitaristas
Son los neoescuálidos que se declaran como tales con el argumento de oponerse al creciente militarismo del gobierno. Casi con toda seguridad, constituyen el grupo más disociado de todos los que han ido apareciendo en el mapa de la disidencia.
Su contradicción más pronunciada radica en que hablan en nombre del legado del comandante Chávez cuando declaran que no están de acuerdo con el protagonismo que han tomado los militares en el proceso.
¿Usted entiende?
En estos días escuché las disertaciones de un integrante de este team. Dijo, con cara grave, que la cuota de poder del general en jefe Vladímir Padrino López configura prácticamente una dictadura militar. Comenzó a referirse a los oficiales con el apelativo de “milicos” (como en el Cono Sur) y al cabo de un rato ya no se distinguía si hablaba de Padrino o de Pinochet.
Mi amigo, el Profesor de Historia, le paró el trote. Le dijo que si el actual gobierno era demasiado militarista para su gusto, entonces ¿cómo toleraba al de Chávez y cómo toleraba a Chávez mismo, tan teniente coronel como era él, a mucha honra, y artífice de la integración de los militares a la vida civil? “Si Chávez hasta nos puso a despertarnos con una diana, vale, ¿qué más militarismo quieres?”, le dijo.
El hombre optó por la retirada. Recurrió a la vieja treta de considerarse en peligro inminente (dio a entender que tal vez estaba siendo monitoreado por “los milicos” o que quizá el profesor y yo somos soplones de los susodichos). Antes de irse aseveró que más temprano que tarde nosotros le daremos la razón.

Militaristas
Contrario a los anteriores, a este grupo le ha dado por hacer tienda aparte por considerar que el gobierno se ha vuelto demasiado “civil”. Afirman que la solución a todos nuestros extravíos actuales es volver al bolivarianismo uniformado de los años 80, al MBR 200, al Samán de Güere, a la época romántica en la que todo estaba restringido a los cuarteles y a la doctrina heroica del Libertador.
Entre los militaristas hay, por supuesto, muchos militares, pero también hay bastantes civiles, en especial algunos que se han incorporado a la Milicia y, a cuenta de unos pocos ejercicios de orden cerrado, ya se creen grandes estrategas en cuestiones de estado mayor y tienen aspiraciones de comandantes en jefe.
También hay varios personajes del ámbito castrense que están convencidos de que “yo mismo soy”. O sea, están convencidos de que si repiten la fórmula seguida por Chávez pueden llegar a ser el gran líder que se necesita para relanzar la Revolución. De allí que varios integrantes de esta corriente anden por ahí tratando de declamar la Negra del Maraquero o de cantar Linda Barinas.
Compañeros con un poco más de sentido común les han advertido que la cosa no es así de sencilla, que lo del comandante era talento puro y mucho trabajo durante toda una vida, pero ellos andan entusiasmados pensando que son los nuevos Chávez.

Originarios
Son un caso parecido al anterior, pero no en lo referido a la doctrina bolivariana sino al socialismo. Aseguran que lo de ellos es propiciar la vuelta al chavismo marxista, es decir, el rumbo que tomó Chávez a partir del legendario mitin del Jardín Botánico.
Aseguran que ese enfoque está muy lejos de lo que han aplicado los herederos del comandante en los últimos tres años y, por lo tanto, se sienten autorizados a descalificar a medio mundo y a erigirse ellos como los oráculos del legado.
Algunos de los miembros de este club son notoriamente ególatras y por eso juran que ellos fueron los coach de Chávez en materia de marxismo, que él no sabía nada de eso hasta que se topó con ellos y comenzó a cultivarse. Esa arrogancia se les rebosa cuando hacen sus sesudos planteamientos y especialmente cuando hablan del presidente Maduro y de otros altos funcionarios.
Si es cierto o no que Chávez aprendió algo de ellos, seguirá siendo un misterio. Lo que sí está clarito es que ellos no aprendieron nada del comandante.
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