Brasil: Claves del golpe de Estado contra Dilma Rousseff
- Charles Giuseppi
- 5 sept 2016
- 4 Min. de lectura
Los movimientos sociales, las organizaciones de base y una gran avanzada del movimiento popular deberán tomar el testigo

Por increíble que pareciera la derecha cumplió su cometido, la semana pasada con 61 votos a favor y 20 en contra, la cámara del senado brasileño destituyó de manera definitiva a la presidenta constitucional y democráticamente electa de Brasil, Dilma Rousseff. La situación no puede ser sino de extrema tensión por no decir desilusión, ya que un puñado de senadores golpistas y corruptos decidió arbitrariamente el futuro, al menos temporal, del gigante suramericano. La marramucia revestida de legalidad constitucional fue la última pieza que se jugaron las élites brasileñas para arrebatarle el poder a los “de abajo”. Aquí el golpe en cuatro claves:
1° En clave política: Luego de 14 años en el poder, primero de la mano de Lula y seguidamente por la gestión de Dilma, el Partido de los Trabajadores (PT) se perfilaba como fuerza política hegemónica para la construcción de una democracia popular brasileña en los próximos años. Terminado el mandato de Dilma en 2018, con toda seguridad el próximo presidente de Brasil sería el líder por excelencia, el más votado y con la mayor aceptación popular en la historia política brasileña, Luis Ignacio Da Silva “Lula”. De esta forma el PT habría gobernado durante casi un cuarto de siglo y esto era algo que la derecha y las oligarquías no estaban dispuestas a tolerar. Incluso al precio de derrocar el sistema democrático mediante un ardid constitucional como el impeachment. En la actual situación de Brasil vemos como las leyes pueden ser un arma de doble filo.
En Brasil se están enfrentado constitucionalismo versus democracia. Visto de esta forma, el voto de 61 senadores corruptos y ampliamente cuestionados por su gestión, incluso muchos de ellos con causas pendientes ante la justicia brasileña, arrebatan ilegítimamente el poder de Dilma sostenido en 54,6 Millones de votos del pueblo brasileño.
2° En clave social: Desde su llegada al poder en 2003, Lula Da silva comenzó un ambicioso proyecto de crecimiento económico conjugado con inclusión social. Una importantísima brecha de sectores marginales y empobrecidos superó la línea de la pobreza crítica, así como una buena parte de los sectores medios bajos subieron de nivel social conformándose así una importante clase media hasta entonces inexistente en el país. Nunca hubo una movilidad social tan grande en la historia brasileña como la conocida durante los mandatos de Lula y de Dilma. En la nación más desigual de Suramérica, la que más tarde aprobó, al menos de manera formal la abolición de la esclavitud, en una país donde aún hoy en día los grandes fazendeiros o amos de la tierra mantienen condiciones de trabajo de seudo esclavitud y finalmente en una nación de raíces profundamente estratificadas, esclavistas, clasistas y colonialistas como la sociedad brasileña, esto era casi que una herejía contra las clases dominantes.
3° En clave económica: El crecimiento económico experimentado por Brasil bajo los mandatos de Lula y Dilma fue sin discusión el más grande de los últimos años desde la época de Getulio Vargas. Si el gobierno neoliberal de Fernando Henrique Cardoso había sumergido al país en una profunda crisis económica y fiscal, llegando a conocer una hiperinflación a mediados de los años 90’ cercana al 1000 %, que además obligó al país a la aplicación del denominado “plan real” para frenar la catástrofe económica, el rescate y posterior despegue económico con Lula no admite apelaciones. Con la inclusión de muchos millones de brasileños a nuevo niveles de consumo y mediante el fortalecimiento de la demanda y del mercado interno, Brasil llegó a tener una tasa de crecimiento económico de 5% de su PIB anual hasta 2013. Los científicos sociales sabemos que los datos no mienten, el Producto interno bruto brasileño de 2003 a 2013 pasó a lo largo de una década de 450 mil millones de dólares a cerca de 2 billones de dólares, según datos del Banco Mundial, convirtiendo al gigante suramericano en la más grande, pujante y fortalecida economía de la región y en la octava economía del mundo que no es decir poca cosa.
4° En clave geopolítica: Uno de los aspectos fundamentales para comprender la actual situación de Brasil es el terreno geopolítico. Brasil no solo ha sido un aliado estratégico en la conformación de una América Latina popular, democrática y de grandes cambios, su peso económico y geoestratégico lo llevó a formar parte del selecto club de los BRICS. Junto con China y Rusia, Brasil era el aliado por excelencia en estas tierras para los dos gigantes eurasiáticos. Colocado en el ojo del huracán para el pentágono, neutralizar a un aliado estratégico de Rusia y de China como Brasil en el continente, constituía una prioridad estratégica para Washington. Si a esto le sumamos el hecho contundente de la creación del Banco de Desarrollo de los BRICS con un capital de 100.000 millones de dólares que se vislumbra como el instrumento político financiero global que pueda poner en peligro la hegemonía del dólar, el ajedrez está bien claro; era necesario, urgente y determinante para EE.UU derrocar al gobierno brasileño representado en la figura de Dilma Rousseff. Nuevos escenarios parecen ensombrecer el horizonte latinoamericano, así como nuevos e inimaginables desafíos llaman a una urgente reconfiguración de la izquierda latinoamericana, en tiempos en que los movimientos sociales, las organizaciones de base y una gran avanzada del movimiento popular deberán tomar el testigo para continuar la lucha.
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