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“El Guerrero de la Paz”


Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar. ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar! Ayer señoras, señores, desde esta misma tribuna el Señor presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo “El Diablo”, vino aquí hablando como dueño del mundo. Un psiquiatra no estaría de más para analizar el discurso de ayer del presidente de los Estados Unidos.



Como vocero del Imperialismo vino a dar sus recetas para tratar de mantener el actual esquema de dominación, de explotación y de saqueo a los pueblos del mundo. Para una película de Alfred Hitchcok estaría bueno, incluso yo propondría un título: “La receta del Diablo”.



Es decir, el imperialismo norteamericano, y aquí lo dice Chomsky con una claridad meridiana y profunda, está haciendo desesperados esfuerzos por consolidar su sistema hegemónico de dominación. Nosotros no podemos permitir que eso ocurra, no podemos permitir que se instale la dictadura mundial, que se consolide la dictadura mundial.


El discurso del Presidente “tirano” mundial, lleno de cinismos, lleno de hipocresía, es la hipocresía imperial, el intento de controlar todo. Ellos quieren imponernos el modelo democrático como lo conciben, la falsa democracia de las élites, y además un modelo democrático muy original, impuesto a bombazos, a bombardeos y a punta de invasiones y de cañonazos.



¡Vaya qué democracia! Habría que revisar las tesis de Aristóteles y de los primeros que hablaron por allá en Grecia de la democracia a ver qué modelo de democracia es ese, el que se impone a punta de marines, de invasiones, de agresiones y de bombas.



Dice el presidente de los Estados Unidos ayer, en esta misma sala lo siguiente, cito: “Hacia dónde quiera que usted mira, oye a extremistas que le dicen que puede escapar de la miseria y recuperar su dignidad a través de la violencia, el terror y el martirio”.



A donde quiera que él mira ve extremistas. Yo estoy seguro que te ve a ti, hermano, con ese color, y cree que eres un extremista. Con este color. Evo Morales, que vino ayer, el digno presidente de la Bolivia, es un extremista. Por todos lados ven extremistas los imperialistas. No, no es que somos extremistas, lo que pasa es que el mundo está despertando y por todos lados insurgimos los pueblos. Yo tengo la impresión señor dictador imperialista que usted va a vivir el resto de sus días con una pesadilla, porque por dondequiera que vea vamos a surgir nosotros, los que insurgimos contra el imperialismo norteamericano, los que clamamos por la libertad plena del mundo, por la igualdad de los pueblos, por el respeto a la soberanía de las naciones. Sí, nos llaman extremistas, insurgimos contra el Imperio, insurgimos contra el modelo de dominación.


Luego, el señor presidente vino a hablarles, así lo dijo: “Hoy quiero hablarles directamente a las poblaciones del Oriente Medio. Mi país desea la paz”. Esto es cierto, si nosotros nos vamos por las calles del Bronx, si nosotros nos vamos por las calles de Nueva York, de Washington, de San Diego, de California, de cualquier ciudad, de San Antonio, de San Francisco y le preguntamos a la gente en las calles, a los ciudadanos estadounidenses, ¿este país quiere la paz?



La diferencia está en que el gobierno de este país, de Estados Unidos, no quiere la paz, quiere imponernos su modelo de explotación y de saqueo y su hegemonía a punta de guerras, esa es la pequeña diferencia.



* Extractos del discurso del Comandante Hugo Chávez ante la 61 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), 20 de septiembre 2016.

 

Comentario:


Recordamos los 10 años de aquel memorable 20 de septiembre de 2006, cuando el Comandante Eterno de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, indicó que la participación del para entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush, en la 61 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas había dejado un olor a azufre y lo comparó con el Diablo. Fue una acción audaz, valiente, llena de profunda reflexión y dignidad, que advertía a la potencia más belicosa del planeta que los llamados “países del tercer mundo” no estábamos dispuestos a seguir aceptando pasivamente la imposición de injustas y feroces formulas de subyugación. Chávez sacudió entonces las conciencias de nuestros pueblos y llamó desde ese importante escenario internacional a un nuevo planteamiento de la geopolítica global, para hacerla mucho más justa y equitativa.



La única desactualización de ese discurso es el nombre del presidente de los Estados Unidos, porque el contexto sigue intacto. Barack Obama, recientemente, renovó la ley que favorece el bloqueo económico contra la hermana República de Cuba, revelando costuras de hipocresía y dejando claro que continúan promoviendo su modelo hegemónico de dominación, a través de acciones como esa y otras no convencionales, como la que afrontamos en Venezuela con la guerra económica.



A propósito de mi visita a La Habana para participar en el I Seminario Internacional Realidades y Desafíos de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, con la presencia de representantes de una docena de naciones, tuve la oportunidad de discernir y declarar a nuestro Gigante Hugo Chávez Frías como un incansable Guerrero de la Paz.



Desde la insurrección militar que lideró el 4 de febrero de 1992 contra el gobierno entreguista y neoliberal de Carlos Andrés Pérez, pasando por su victoria electoral el 6 de diciembre de 1998, y durante todos sus años como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, por mandato popular, Chávez trabajó por la paz para su pueblo y para el mundo: llamó a la paz en el Medio Oriente, condenó la invasión de Estados Unidos a Afganistán, alertó al mundo frente al espíritu guerrerista del gobierno estadounidense y en octubre de 2001 exclamó, en cadena nacional de radio y televisión, que “no se puede responder al terror con más terror”. Y no vaciló al momento de asumir su misión de Guerrero por la Paz cuando rompió el silencio al hacer aquel sorpresivo llamado, en medio de amenazas de los Estados Unidos y Francia de atacar militarmente a Siria, a que cesara de inmediato la hostilidad. En forma rotunda afirmó: “Abogamos por la paz en Siria, por la paz en el mundo”, y fijó posición con respecto a “la crisis” en el país árabe.



En su momento, conmovido y presa de la ira y el dolor de los justos, Chávez mostró fotos de niños afganos muertos luego de ataques de fuerzas estadounidenses con la excusa de la “lucha contra el terrorismo”. “Nosotros seguimos pidiendo hoy todavía, Dios mío, por la paz; que se busquen soluciones al problema del terrorismo sí; que se busque a los terroristas, pero así no, ¡así no! Miren estos niños… estos niños estaban vivos ayer…, estos niños estaban comiendo con su padre y les cayó una bomba, una bomba de las que están lanzando sobre Afganistán; esto no puede ser, ¡no puede ser!”, expresó con angustia e indignación en aquella oportunidad.



“Si quieres la paz, prepárate para la guerra”: esta clásica locución latina la escuchamos citar al Comandante Chávez a finales del 2009, como buen estratega formado para los rigores del combate. Sin embargo ese pensamiento mil veces mencionado por guerreros históricos, adquiere singularidad pacifista cuando el 15 de noviembre de ese mismo año, compartía, citando un escrito de Bolívar dirigido a Santander el 23 de junio de 1820: “La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo”.



Y por ello, desde su valentía personal y desde su conciencia de sujeto protagónico de la historia, Chávez razonaba que “precisamente porque amamos y valoramos la paz, no nos apartaremos de aquel prudente principio: ‘Si queremos la paz, debemos prepararnos para la guerra’.



Y es que Chávez entendía, sorteaba y hasta desafiaba las artes y argucias del enemigo principal de la paz, el imperialismo, que como el lobo vestido de oveja del pasaje bíblico acecha para lanzar su ataque sobre los pueblos inermes que se desguarnecen ante los falsos ardides pacifistas. Otros pueblos, también con procesos políticos de liberación, demasiado tarde entendieron que la paz real, la verdadera, es un acto de fuerza soberana que se construye desde la unidad del pueblo y no desde tutelajes extranjeros.



Por eso el Chávez-Guerrero expresa con firmeza:


“Quiero reiterarlo tal y como lo dije (…) en el acto por la paz y contra las bases militares de Estados Unidos en suelo colombiano: estoy en la obligación de llamarlos a todos y a todas a prepararnos para defender la Patria de Bolívar y la Patria de nuestros hijos…, la paz bolivariana…, la paz verdadera”.



Chávez muestra dignidad y coraje a la hora de defender la herencia sagrada de los revolucionarios patriotas que lucharon por nuestra independencia. “Paz no es, y nunca será, equivalente a sumisión…La paz es nuestro puerto, la paz será nuestra gloria”, parafraseaba a Bolívar, quien proclamaba a la justicia, “reina de todas las virtudes republicanas”, como requisito esencial para la paz.



Hoy, en medio de las embestidas imperialistas, como portadores de la razón moral, histórica y política que nos legó el Comandante en su “morral de los sueños infinitos”, decimos con la fuerza del pueblo invicto e indoblegable: ¡Aquí vamos, Chávez, con tu morral! ¡Lo llevaremos hasta que la Revolución sea irreversible, nada ni nadie nos detendrán, seremos libres por decisión de nuestro pueblo, llegaremos al punto del no retorno de esta Revolución Bolivariana que tú, Comandante Eterno, continúas dirigiendo!



Chávez Vive y Vive!!!

La Patria sigue…Hasta la Victoria Siempre!!!

Venceremos!!!

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