Walt Disney y la Contracultura Infantil
- Alí Ramón Rojas Olaya
- 4 oct 2016
- 4 Min. de lectura

Foto Archivo
Por contracultura se entiende la cultura impuesta, ajena, por lo general creada en laboratorios de alienación. Nuestras raíces no están sembradas en ella. Por el contrario la cultura es, en palabras de Simón Rodríguez, el “hábito de todos los pliegues y colores” con el que mujeres y hombres viven hermanados, “enseñan de palabra y de obra” y “cantan el catecismo social con los pueblos”. Un peligroso ejemplo contracultural es la obra de Walt Disney.
Este empresario estadounidense; nacido en Chicago el 5 de diciembre de 1901 y fallecido en Burbank, California, el 15 de diciembre de 1966; es un icono de la industria del entretenimiento infantil por la invención de personajes como Mickey Mouse, Minnie, el Pato Donald, Goofy y Pluto y fundar, junto a su hermano Roy O. Disney, la Walt Disney Productions, la mayor compañía en la actualidad de medios privados de comunicación y entretenimiento del mundo cuyos ingresos anuales alcanzan decenas de miles de millones de dólares.
El 25 de julio de 1936 esta empresa estrenó el cortometraje “Alpine climbers”, dirigido por David Hand, en el que Mickey Mouse, el pato Donald y Goofy escalan los Alpes. Allí aparece un perro San Bernardo bobo y obediente, que se convertirá en la mascota de Donald. El nombre que escogió Disney para este perro fue el de Bolívar.
El 24 de octubre de 1947 Walt Disney denunció a Herbert K. Sorrell, David Hilberman y William Pomerance, antiguos empleados y activistas sindicales, como agitadores comunistas, ante el Comité de la Cámara para Actividades Antiamericanas, implantado por el senador McCarthy como un procedimiento de cacería de brujas. Disney explicó que la huelga de 1941 había formado parte de una estrategia del Partido Comunista de Estados Unidos para ganar influencia en Hollywood. El testimonio de este delator es elocuente: “personas tales como los organizadores sindicales que llaman a mi instalación ‘una fábrica de explotación a los trabajadores’ necesitan ser puestas al descubierto y mostrarlas tal como son con el fin de mantener a los sindicatos estadounidenses limpios y proteger a los estadounidenses serios y responsables de la mancha del comunismo”. Es así como activistas sindicales, entre estos Art Babbitt, Vladimir William Tytla, John Hubley, Stephen Bosustow, Dave Hilberman y Walt Kelly, que trabajaban con el Gremio de Dibujantes de la Pantalla y que promovieron la huelga de 1941 en los estudios Disney en Burbank, California, por denunciar la “estructura salarial arbitraria y manipuladora”, fueron despedidos.
En la década de los años cuarenta Franklin Delano Roosevelt no solo se apoyó en Nuestra América de una variada fauna de dictadores como el dominicano Rafael Leónidas Trujillo, el salvadoreño Maximiliano Hernández, el haitiano François Duvalier, el nicaragüense Anastasio Somoza y el brasileño Getúlio Vargas, sino que crea la Oficina de Coordinación de Asuntos Interamericanos (Office of the Coordinator of InterAmerican Affairs) con Nelson Rockefeller al mando. Se trata de un laboratorio contracultural de alienación con el que Estados Unidos evitaba la penetración de las ideas comunistas, dado el peso histórico que tenía la Unión Soviética, a la vez que penetraba la identidad cultural latinoamericana y caribeña con fines injerencistas. Walt Disney y un grupo de animadores fue enviado a América del Sur en 1941 como parte de la “política de buena vecindad” que promovía Roosevelt. El resultado es la película Saludos Amigos. En 1944 Disney es requerido nuevamente para hacer la película The Amazon Awakens acerca de la cuenca del Amazonas.
Disney nos es ajeno, como lo es la Cocacola, McDonald y el reguetón. Nuestras raíces están en una rueda de casabe, un sancocho, una hamaca, un golpe estribillo, un pilón, un trompo y el cam-bur-pin-tón
En el año 2004 Disney y Pixar estrenan The Incredibles y en 2006 el seriado The Path to 9/11 en coproducción con ABC. En ambas los mensajes son claros: justificar el poderío militar gringo en el extranjero y sugerir que las ideas y prácticas visceralmente autoritarias aseguran el dominio permanente de la identidad contracultural de Estados Unidos. En 2015 The Walt Disney Company distribuye la película Intensamente, dirigida por Pete Docter y Ronnie del Carmen. El film trata sobre una niña de 11 años, Riley Andersen, que vive felizmente en Minnesota junto con sus padres, pero que, cuando se mudan a San Francisco, le cuesta adaptarse a su nueva vida extrañando su antiguo hogar.
Para el film, la empresa Disney se fundamentó en la neurociencias, la psiquiatría y el psicoanálisis para sustentar alegóricamente lo que verdaderamente pasa en el cerebro en una persona depresiva que añora aquello de “cuando éramos felices y no lo sabíamos”.
La embajada estadounidense viene pasando esta película por once ciudades venezolanas a un público mayoritariamente juvenil e infantil. Denuncia Fidel Barbarito que “las proyecciones se realizan en lugares emblemáticos como las plazas Bolívar, museos, estadios, canchas, casas de cultura de cada localidad”.
Con esta película, así como con muchísimas otras, la empresa Disney ha permeado la psique infantil y allí ha anidado la alegoría del american way of life. Intensamente, prosigue Barbarito, “es otro manual de instrucciones para que entendamos cómo deben ser las relaciones familiares, el imaginario infantil, la comunicación, la vida urbana, el trabajo, el ocio y el consumo”.
Henry Giroux nos explica que “el reconocimiento de la influencia conservadora de las películas de Disney debe implicar el hacer explícito cómo y qué debemos aprender de los muy políticos mensajes enseñados por las películas de Disney, en lugar de aceptarlos por su valor nominal o descartar su existencia por completo”.
Disney nos es ajeno, como lo es la Cocacola, McDonald y el reguetón. Nuestras raíces están en una rueda de casabe, un sancocho, una hamaca, un golpe estribillo, un pilón, una muñeca de trapo, un trompo, el cam-burpin-tón. Jefferson, Monroe, Adams, Henry Clay no son nuestros referentes, como sí lo son Guaicaipuro, José Leonardo Chirino, Miranda, Rodríguez, Bello, Bolívar, Sucre, Negro Primero, Juana Ramírez “La avanzadora” y Zamora. Por estas razones debemos tener conciencia de que la cultura es el mejor escudo para defendernos de los enemigos de la Patria.
¿Por qué? Porque no nos cansamos de decir que “una revolución para que sea irreversible debe ser cultural”. •
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