¡Cárcel para los mercaderes del hambre!
- Alí Ramón Rojas Olaya
- 25 jul 2016
- 3 Min. de lectura

El pueblo debe estar en la calle, en permanente movilización, alzándose contra la especulación, acusando a sus enemigos, cooperando para capturar a sus verdugos. ¡Estamos en guerra! Decía Simón Rodríguez: “Los pueblos no pueden dejar de haber aprendido, ni dejar de sentir que son fuertes: poco falta para que se vulgarice, entre ellos, el principio motor de todas las acciones, que es el siguiente: la fuerza material está en la masa y la fuerza moral está en el movimiento”.
Toda la industria metalmecánica, agroalimentaria y textilera del país sufrió un golpe mortal en la década de los años noventa, producto del neoliberalismo aplicado al país por los “genios de la economía” de Carlos Andrés Pérez que recibían órdenes del Fondo Monetario Internacional. Es con la llegada de la Revolución que se distribuye socialmente la renta petrolera y se empieza a rescatar la industria. Las pequeñas y medianas empresas reciben préstamos significativos del Estado.
Según datos del Seniat en estos momentos hay en el país 433 mil empresas productoras de bienes y servicios de las cuales solo 1.200 son del Estado (0,27%). Sobre las panaderías sabemos en qué andan. Los dueños de la empresa de pañales Kimberly Clark se negaron a producir y se robaron los dólares asignados por el gobierno. Los supermercados de chinos seguidores de Chiang Kai-shek, de españoles franquistas (Plan Suárez) y de madeirenses seguidores de Salazar (Unicasa, Excelsior Gama, Luvebras, Plaza’s, Central Madeirense) conspiran contra Bolívar.
La empresa Ovomar prefiere que se pudran los huevos a venderlos. Ya Farmatodo fue sancionada. Ya muchos gerentes de Abastos Bicentenario están presos. El emporio Polar comanda el boicot. La cola es el arma de la oposición y el bachaqueo su instrumento.
El pueblo debe asumirse contralor. El artículo 2 de la Ley de Contraloría Social avala que ésta: "sobre la base del principio constitucional de la corresponsabilidad, es una función compartida entre las instancias del Poder Público y los ciudadanos, ciudadanas y las organizaciones del Poder Popular, para garantizar que la inversión pública se realice de manera transparente y eficiente en beneficio de los intereses de la sociedad, y que las actividades del sector privado no afecten los intereses colectivos o sociales". Metámosle la lupa, pues, al resto de empresas y a algunos partidos políticos que promueven el caos.
La Carta Magna establece en su artículo 114: “el ilícito económico, la especulación, el acaparamiento, la usura, la cartelización, y otros delitos conexos, serán penados severamente de acuerdo a la ley”. El artículo 138 de la Ley para la Defensa de Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios es categórica: "Quienes vendan bienes a precios superiores a los fijados por la autoridad competente, alteren la calidad o condicionen su venta, incurrirán en el delito de especulación y serán sancionados con prisión de dos a seis años". ¡La cárcel espera a los mercaderes del hambre!
Se fue Aníbal
Federico Ruiz Tirado

Foto:Archivo
Cuando un hombre se va de viaje de un modo infinito, como Aníbal Chávez, quien partió lleno de equipaje, lleno de nosotros, este amanecer de julio, es también verdad que su travesía deja una extensión insondable, deja la música, algo inaudita, en nuestras huellas y permanencias de esta franja, de esta extraña, por asombrosa y poblada de incógnitas, de esta línea divisoria en donde muchas cosas se echan de menos y nunca sabremos dónde quedan nuestros olores, nuestros sudores, nuestros sueños, nuestras cosas pesadas, ingrávidas, intangibles.
Aníbal, como Hugo, Wladimir -y tantos otros-, se fueron y se llevaron consigo partículas, trozos, memoria enteras, fragmentadas vivencias de todos sus hermanos, amigos y gente de su misma sangre. Se fueron pero nos dejaron sustancias de ellos, sus olores, ideales, la marca de sus pasos por donde caminaron.
Aníbal, uno de los menores hermanos de Hugo, fue un hombre enteramente bueno, de fibra campesina, de pensamiento amplio y un metódico luchador. Brillante estudiante en la ULA y, como todos sus hermanos, un cantador llanero que hacía amanecer los días.
Yo lo recuerdo jugando béisbol. Fue de una agilidad felina y un discutidor en el campo de juego.
Hoy nos deja, porque los hombres no escogen esa hora de irse, aunque a veces sí; otras veces la escogen otros, y nos dejan perplejos.
Adiós, hermano.
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